lunes, 22 de diciembre de 2008

Necesitamos otra Europa

El rechazo del Parlamento europeo a la jornada de 65 horas es muy importante y significativa.

No hay que olvidar que era una iniciativa de Gobiernos en el Consejo y de la Comisión Europea, lo que indica que se trataba de la preferencia de sectores muy poderosos y con gran capacidad para decidir la orientación de las políticas y del futuro de la Unión.

Al mismo tiempo, la propuesta era tan brutal, tan extemporánea, tan fuera de sitio y contraria a los más elementales principios del bienestar que también demuestra hasta qué punto la Unión Europea está dirigida por gobernantes escorados a la derecha y al liberalismo, incluso aunque muchos de ellos militen en partidos de centro izquierda.

Cuando se tiene agallas para hacer propuestas de se tipo, que acaban con derechos sociales conquistados hace decenios, no puede caber ya duda de que algunos de quienes dirigen nuestros destinos no tienen límites a la hora de ir hacia atrás y de que están dispuestos a todo con tal de preservar los intereses de los empresarios más retrógrados y explotadores.

De hecho, hasta ahora han conseguido prácticamente reducir el proyecto europeo al diseño de un espacio monetario y financiero, de modo que solo hay auténtica y completa Europa para los capitales, las grandes empresas y las finanzas. E incluso han renunciado a los instrumentos que hacen que ese especio monetario y financiero sea eficiente (la política presupuestaria equilibradora, las redes de bienestar que facilitan en la práctica la movilidad, el gasto público que impulsa la innovación, la coordinación en todos los ámbitos o la integración política auténtica) para no tener que dar más protagonismo a los ciudadanos y a la expresión de sus preferencias sociales.

El Tratado non nato de la Unión fue un quiero y no puedo en este sentido. Destinado en realidad a reforzar asimétricamente los aspectos financieros que interesan a los grandes poderes económicos, renunciaba al establecimiento de las medidas e instrumentos que garantizan el avance en lo social y en la conquista del bienestar. Pero así, lo que se presentaba como dirigido a fortalecer a Europa terminaría por obstruir e incluso paralizar su desarrollo como proyecto social porque lo desdibuja hasta hacerlo irreconocible e innecesario por los ciudadanos que, de esa manera, terminan por sentir cada vez un mayor desafecto hacia él.

En los últimos años se ha reforzado la expresión neoliberal del proyecto europeo y lo que estamos viviendo hoy día en tantos frentes no es sino su gran fracaso. De la mano de la estabilidad presupuestaria Europa no se avanza lo suficiente ni en innovación, ni en competitividad, ni en modernización. La mejor prueba de ello es precisamente que se tenga que recurrir a medidas como las de las 65 horas, más propias de típicos espacios económicos de la periferia que solo pueden competir empobreciéndose. Sin políticas presupuestarias potentes y comunitarias las desigualdades se incrementan, lo que no solo produce más fragmentación, desarticulación e insatisfacción social sino un especio económico menos homogéneo y más asimétrico, en donde las ventajas de la unión monetaria se diluyen en gran medida. Sin coordinación y armonización de las diferentes políticas, no se produce el imprescindible avance de escuadra, sino, en todo caso, solo el de cada país por su lado, lo que reduce las sinergias y dificulta el progreso común. Sin instrumentos ni voluntad para poner freno a la deriva financiero-especulativa de los capitales no se puede disponer de los recursos necesarios para generar mayores ritmos de creación de riqueza. Bajo la lógica mercantil con que se diseña las políticas exteriores, sin asumir que Europa debe ser un motor del desarrollo global y no una carga para los países menos desarrollados, no se pueden crear las condiciones bajo las que Europa pueda brillar como eje del progreso y referencia del bienestar.

Europa necesita ser otra. Esta Europa vieja y neoliberal apenas refleja sueño alguno ni ideal de progreso. Es un traje a la medida para los mercaderes y los especuladores pero que no resulta atractivo para los ciudadanos porque ellos no caben en él a gusto. Es una Europa insensible, que ve crecer la pobreza y las desigualdades sin inmutarse y cuyos dirigentes no tienen más recetas que fortalecer los mercados y dar cada vez más facilidad y libertad a los capitales, aunque sea a costa, como estamos viendo día a día, de cultivar fracasos en lo económico y dar pasos atrás en lo social.

Afortunadamente, aunque la votación del otro día solo fuera sobre un aspecto muy extremo y singular, muestra que no todo está perdido y que es posible poner sobre la mesa otro modelo de construcción europea. O, al menos, que es necesario enfrentarse al neoliberal para que la sociedad compruebe que hay otro camino distinto al del fracaso, la crisis y la explotación más o menos disimulada.

Juan Torres López. Comité científico de Attac España

domingo, 14 de diciembre de 2008

La Unión Europea, ¡a por los pobres!

Uno de los pocos efectos benéficos de la crisis económica es que saca a la luz la verdadera naturaleza del capitalismo: socialismo para los ricos, libre mercado y libre competencia siempre y solo para los demás, sobre todo si son pobres, ¡nunca para nosotros!

La industria europea mira con asombro a la agresiva política comercial de las nuevas potencias económicas – China a la cabeza – que están activamente invirtiendo en países empobrecidos para garantizarse el acceso a las materias primas que tanto necesitan para su desarrollo. Al mismo tiempo las empresas europeas recelan de los tibios intentos de los países pobres en PIB per capita, pero ricos en recursos naturales ,para preservarlos del saqueo de los poderosos. Suerte para los empresarios europeos que la Unión Europea (UE) actúe de fiel guardián de sus intereses. En noviembre del 2008, la Comisión Europea ha presentado una nueva “estrategia integrada para asegurar la satisfacción de las necesidades básicas en materias primas de la UE. Esta estrategia pretende combatir dos peligros que se ciernen sobre la competitividad de la industria europea:

  • Las políticas proteccionistas de los países productores, que quieren destinar estos recursos al desarrollo de sus propias economías
  • El activismo comercial de las potencias económicas “emergentes” en asegurarse acceso “privilegiado” a las materias primas producidas en países terceros

Los bienes de alto contenido tecnológico se vuelven cada vez más complejos, y necesitan de una variedad de materias primas siempre creciente. Un teléfono móvil o una pantalla de televisión contienen hoy en día 40 diferentes materias primas, muchas de las cuales raras e inexistentes en Europa. El ordenador con el que estoy escribiendo llega a contener 60 materias primas diferentes. En algunos casos, un único país ostenta un practico monopolio de la producción mundial: el 95% de toda la producción mundial de tierras raras está concentrado en China, el 90% de todo el niobio en Brasil, el 79% de todo el rodio en África del Sur, según datos de la Comisión. Todas estas materias primas son fundamentales para producir aparatos electrónicos. Más preocupante aún para la Comisión, el 50% de las principales reservas de materias primas se encuentra en países donde falta “estabilidad política o económica”, ya que (el cursivo es mío) tienen un Producto Interior Bruto por persona de 10 dolares o menos.

Parecería que la solución de este asunto es muy sencilla: mantener relaciones comerciales justas con estos países, ayudarlos a conseguir su desarrollo y estabilidad, de modo que puedan ser socios comerciales fiables en un marco de relaciones beneficiosas para ambas partes. Lamentablemente, este proceso y sus tiempos no encajan con los intereses de las empresas transnacionales que tienen mucha influencia en determinar las políticas comerciales de la UE: las empresas quieren materias primas, muchas, ahora y a los precios más baratos posibles: La crisis aprieta, los márgenes de beneficios menguan, y el dinero de los planes de rescate no es infinito. El empresariado europeo necesita ahorrar costes.

Junto a algunos aspectos meramente cosméticos sobre la promoción de la investigación o del reciclaje, esta nueva estrategia se basa en cuarto pilares fundamentales. Los describimos en la tabla siguiente: en la columna izquierda su formulación en el lenguaje burocrático de la Comisión; en la columna derecha su traducción en lenguaje corriente:

Formulación de la Comisión Europea ...

... traducción en lenguaje corriente

Incluir cláusulas de acceso y gestión sostenible de las materias primas en todos los acuerdos bilaterales y multilaterales [...]

Imponer a los países empobrecidos que la UE pueda saquear sus recursos naturales sin límite, negociando tratados comerciales bilaterales donde la UE pueda fácilmente imponer el chantaje de su poderío económico (las negociaciones multilaterales como la “Ronda de Doha” han fracasado estrepitosamente debido a la posibilidad que brindan a los muchos pequeños países empobrecidos de unirse para oponerse a los deseos de los poderosos)

Identificar y combatir todas las medidas que distorsionan la libertad de comercio, utilizando todos los mecanismos a su disposición, [...] incluidos los foros de resolución de las disputas comerciales.

Presionar a los países empobrecidos para que eliminen todas las leyes que limitan el saqueo de los recursos locales en aras de fomentar el desarrollo de la industria local, proteger el medio ambiente, los derechos de los trabajadores y de los consumidores. Si la persuasión no es suficiente, la amenaza de los tribunales comerciales internacionales, que siempre fallan a favor de los países ricos y de las empresas transnacionales, debería convencer a los reticentes.

Promover el acceso sostenible a las materias primas en el marco de la política del desarrollo, a través de las inversiones directas, las estrategias de cooperación y otros instrumentos.

Si las negociaciones comerciales fracasan, la UE amenazará con cortar el grifo de la ayuda al desarrollo a aquellos países que no colaboran con el saqueo de sus recursos naturales.

Desarrollar nuevas reglas marco sobre como compatibilizar las actividades de extracción minera con la protección ambiental en zonas pertenecientes o cercanas a la red Natura 2000

Evitar que la protección de la naturaleza bajo pretexto de la lucha contra el cambio climático pueda obstaculizar el saqueo de los recursos naturales.

Es llamativo que la estrategia prevé que tres actores trabajen conjuntamente para el desarrollo de estos pilares: la Comisión, los “Estados Miembros” ( es decir, sus gobiernos) y la industria. No desean los incómodos controles de los parlamentos o – peor aún - de la sociedad civil y de las asociaciones no gubernamentales que desde años trabajan para unas relaciones comerciales justas entre países ricos y países empobrecidos.

Esta comunicación es solo un eslabón más de la estrategia comercial de la UE: Una Europa competitiva en una economía globalizada (conocida come Global Europe), que la Comisión emitió en octubre 2006. Su objetivo es garantizar el acceso a los mercados de países emergentes a las empresas de la UE, a través de tratados comerciales bilaterales orientados a la protección de sus intereses, la defensa de los derechos de propiedad intelectual contra el fraude y la piratería, y la concesión a empresas europeas y no europeas de fiscalizar preventivamente todas las leyes y normas de los estados miembros que puedan afectar la libertad de comercio, al tiempo que se exige a los países terceros el mismo derecho de consulta previa sobre su legislación. El objetivo de esta estrategia ha sido denunciado tempranamente[1]. Sus consecuencias afectan no solo las posibilidades de los países empobrecidos de salir de su pobreza a través del desarrollo de su propia economía y la protección de la naturaleza, sino los servicios públicos y las compras públicas. Los servicios públicos representan un mercado potencialmente jugosísimo para las empresas transnacionales si se elimina el monopolio público y su misión social (acceso universal y gratuito, gestión orientada a criterios sociales y no empresariales, prestación garantizada a todas las comunidades y ciudadan@s con independencia de susolvencia). Las compras públicas representan en muchos países una fuente esencial de trabajo para las empresas nacionales y de empleo para sus ciudadan@s. Parecido objetivo han tenido los negociadores europeos de la “Ronda de Doha” en el marco de la Organización Mundial del Comercio, ahora fracasada pero aún no totalmente sepultada, o los Acuerdos de Cooperación Económica (conocidos por su sigla inglesa, EPA). ¡Una verdadera “estrategia global”!

A pesar de todo hay un matiz novedoso en estas últimas manifestaciones de la agresividad comercial de la UE hacia el exterior. La antigua retórica sobre el “comercio al servicio del desarrollo sostenible de los pueblos y como instrumento de lucha contra la pobreza” que caracterizaba la “Ronda de Doha” ha sido remplazada por un discurso donde la defensa de los intereses empresariales prima: “las empresas europeas competitivas, respaldadas por las políticas internas adecuadas, deben poder adquirir acceso a los mercados mundiales y operar en ellos con seguridad. Ésa es nuestra agenda.[2]. La crisis no hace más que añadir la desnudez de la codicia a esta hambre.

Matteo Guainazzi. Observatorio de Servicios Públicos de ATTAC-Madrid



[1] Se vea, por ejemplo, el documento de la red S2B: La Nueva estrategia de la UE para una ‘Europa Competitiva’: al servicio de las empresas en todo el mundo”, disponible en: http://www.s2bnetwork.org/s2bnetwork/download/globaleurope_s2balert_nov06_es.pdf?id=176

[2] P.Mendelson (Comisario Europeo de Comercio), Churchill Lecture, Ministerio Federal de Asuntos Exteriores, Berlín, 18 de septiembre de 2006