La propuesta de modificación de la actual directiva europea de ordenación del tiempo de trabajo, acordada en junio por los ministros de Trabajo de la Unión Europea (UE) y que está pendiente de aprobación por el Parlamento Europeo, supone un paso más en el proceso de flexibilización de las relaciones laborales y de erosión de las garantías sociales de las y los trabajadores europeos. Contra este grave retroceso, hoy 7 de octubre, tiene lugar una jornada de movilización convocada en varios países de la UE.
La nueva Directiva de las 65 h., como se la conoce, permite alargar la jornada laboral hasta 60 ó 65 h., acentúa su flexibilización y distribución irregular, y favorece los pactos individuales entre empresa y trabajador/a para fijar su duración, desgastando así la negociación colectiva e impulsando la individualización de las relaciones laborales. Aumento de la jornada es sinónimo también de mayores riesgos laborales, problemas de salud y más dificultades en la tan cacareada conciliación entre la vida laboral y la familiar y personal.
Su contenido entronca con la lógica neoliberal de la integración europea, con la política de empleo derivada de la Estrategia de Lisboa aprobada en el año 2000 y con el espíritu de la fallida Constitución Europea y del posterior Tratado de Lisboa, el cual, por cierto, incluye lo esencial del contenido de aquella. De aprobarse, las medidas previstas afectarán previsiblemente en primera instancia a los segmentos más débiles de las y los asalariados, como precarias y precarios e inmigrantes. Un mercado de trabajo con altas tasas de paro y de precariedad como el del Estado español sufrirá particularmente la aplicación de la Directiva.
Los sistemas de protección social y las regulaciones del mercado de trabajo existentes en los países de la UE son un obstáculo para las clases dominantes en su lucha por una posición hegemónica y competitiva dentro de la economía global. Por ello, las reformas neoliberales y la presión sobre el mundo del trabajo asalariado y sobre las bases del llamado “modelo social europeo” se intensifican, buscando la reducción de los costes laborales, el desmantelamiento de los sistemas de protección social y la sobre-explotación de las y los trabajadores. El contexto actual de crisis económica aún va a acelerar más esta dinámica. La Directiva de Retorno, la de la vergüenza, que penaliza a la población inmigrante es un claro ejemplo de ello.
La jornada de movilización de hoy 7 de octubre, con paros de 5 a 15 minutos en los centros de trabajo, surge a instancias de la Confederación Europea de Sindicatos (CES) y se enmarca dentro de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente impulsada por la Confederación Sindical Internacional (CSI). Tradicionalmente, la CES, que agrupa a los grandes sindicatos del continente, ha mantenido una frustrante postura de “apoyo crítico” a la lógica de la integración europea, como quedó patente en el pasado debate sobre el proyecto de Constitución Europea. Solo se ha opuesto a iniciativas concretas juzgadas “excesivas”, como el primer proyecto de la Directiva Bolkestein, de liberalización de los servicios públicos. Por esta razón, la decisión de la CES de oponerse a la Directiva de las 65 h. y de convocar una jornada de movilización es positiva, aunque muy insuficiente. Debería ser solo el inicio de una campaña real sostenida contra la directiva y no solo una jornada simbólica sin continuidad. Pero para ello habrá que empujar desde abajo,como ya saben gran parte de los movimientos sociales y sindicalistas combativos que también salen a la calle el día de hoy.
El combate contra las 65 horas es muy defensivo, intenta parar un gran retroceso y una reducción de derechos conquistados. Pero conviene recordar que, lejos de ampliar la jornada, lo que necesitan las y los trabajadores europeos es la reducción de la misma. No queremos 65 horas, sino 35 horas… ¡o menos!
Pocas han sido las directivas regresivas que han conseguido pararse en la historia de la UE. Entre ellas, la de liberalización de los servicios portuarios, rechazada por el Parlamento Europeo después de una intensa movilización de los trabajadores del sector, incluyendo una eurohuelga en enero de 2003 que implicó a más de 20.000 trabajadores portuarios y una euromanifestación delante del Parlamento en Estrasburgo en marzo del mismo año. La nueva versión revisada de la Directiva fue bloqueada otra vez en enero de 2006 al no contar con apoyos suficientes en la Eurocámara, frente a la cual se congregaron de nuevo miles de trabajadores, que acompañaron su protesta con paros en los principales puertos de la UE. El mensaje que se deriva del éxito de los portuarios parece claro: articular las resistencias y dar una respuesta movilizadora coordinada a escala europea a las reformas neoliberales es el camino a trazar y a profundizar. Por el contrario, adaptarse resignadamente a las medidas liberalizadoras solo conduce a una pérdida continuada de derechos.
En el reciente Foro Social Europeo celebrado en Malmö (Suecia), a pesar de sus límites y de los impasses en los cuales está sumido, se aprobaron nuevas iniciativas de coordinación de los movimientos sociales opuestos a la globalización neoliberal, entre ellas la voluntad de realizar un encuentro alternativo el próximo marzo de 2008 en Bruselas, en ocasión de la cumbre de jefes de Estado. Esperemos que estas campañas ayuden a seguir avanzando hacia esa “otra Europa posible” y necesaria que tanto se aleja de los intereses empresariales.
Jospep Maria Antenas(Profesor Sociologia UAB)/ Esther Vivas (Centro de Estudios sobre Movimientos Sociales-UPF.
La Comisión Unión Europea de ATTAC, debe desarrollar la responsabilidad de la Asociación, y trata de organizar a la sociedad civil sobre este punto. De modo que Europa sea, efectivamente, la organización democrática y solidaria de un continente, que pretendían tantos soñadores, que fueron los verdaderos padres de la Unión. Hoy ese proyecto sólo puede concretarse en una organización del continente para superar los grandes retos del equilibrio ecológico y de lacras como el hambre, la discriminación de género, la opresión a las minorías y la erosión de la democracia ocasionada por la globalización financiera y el proyecto neoliberal.
¿Qué es ATTAC?
Asociación por la Tasación de las Transacciones financieras especulativas y la Acción Ciudadana.
Movimiento Internacional de ciudadanos para el control democrático de los mercados y sus instituciones.
¿Sabías que tu futuro y el de los tuyos se decide en foros internacionales a los que sólo pueden asistir los grupos de interés de los opulentos y especuladores? Debido a esto el progreso sólo favorece a la minoría que ha establecido las reglas del juego. Muchas personas sufren las angustias de la inseguridad, el riesgo, la precariedad y el desempleo. En 1.960, el 20% más rico tenía 30 veces más que el 20% más pobre. En 1.990, 60 veces más. En 1.995, 82 veces más. En 2.003 ... No se trata, como quieren hacernos creer, de una evolución "inevitable", sino de las reglas de juego impuestas por las organizaciones y los grupos mundiales del poder económico. Estos grupos no cesan de hablar a favor de la liberalización y la desregulación, y en contra de las preocupaciones ecológicas y la sociedad del bienestar tachándola de "Estado asistencial" cuando ellos sólo favorecen el "asistencialismo" a los opulentos. Para lograr esto han hurtado al ciudadano su derecho a decidir sobre su futuro, e incluso, a estar informado.
¿Qué es ATTAC?
Nacido a partir de una propuesta del Director del periódico Le Monde Diplomatique, ATTAC es un movimiento internacional de ciudadanos preocupados por los asuntos colectivos y empeñados en buscarles solución.
¿Qué pretende?
La finalidad de ATTAC es devolver el poder a los ciudadanos. ¿Qué objetivos se propone?
Establecer mecanismos democráticos de regulación y control de los mercados y del sistema financiero internacional. Impulsar y fortalecer el desarrollo de una opinión pública mundial independiente, activa y bien formada. No es aceptable, ni justo, y no puede tener futuro el hecho de que para afianzar e incrementar el poder y la riqueza de una ínfima minoría, se imponga la destrucción de la naturaleza y la miseria, el riesgo y la inseguridad de la gran mayoría. ATTAC plantea como medidas de control democrático, entre otras: Gravar con el impuesto conocido como Tasa Tobin las transacciones especulativas en los mercados de divisas. Suprimir los paraísos fiscales. ATTAC colabora con otros movimientos, con redes sociales y con publicaciones para conseguir sus objetivos. Son ya miles las personas en el mundo que se han unido a ATTAC y participan en redes y grupos de información, de estudio y debate, y en campañas nacionales e internacionales.