jueves, 30 de junio de 2011

Grecia. "Recortes": Paquete de medidas

Paquete de medidas

Más impuestos

-Se crea una tasa de "solidaridad" en los hogares que irá entre el 1% y el 5% de los ingresos, hasta recaudar 1.380 millones de euros.

-Se subirán los impuestos a la propiedad.

-El IVA más bajo pasará del 5,5% al 6,5%; el segundo tramo, del 11% al 13%, y el tercer tramo, del 19% al 23%.

-El IVA para bares y restaurantes se incrementará del 13% al 23%.

Gasto público

-Los salarios de los funcionarios se recortarán nominalmente un 15%.

-Los empleados de empresas públicas verán reducido su salario un 30%.

-Se recortarán 150.000 empleos públicos (un 25% del total) al rescindir a los temporales y no reponer vacantes.

-Se fusionarán o cerrarán 1.976 colegios.

-Se recortarán los gastos en sanidad e inversión pública.

Prestaciones sociales

-La Seguridad Social se recortará en algo más de 5.000 millones de euros hasta 2015.

-Se incrementarán los medios para comprobar el derecho a un subsidio.

-La economía sumergida será perseguida.

-La edad de jubilación subirá a los 65 años y se necesitará haber cotizado al menos 40 para cobrar el 100% de la pensión.

Privatizaciones

-Se venderán participaciones en la lotería estatal, en Hellenic Postbank en los puertos de Piraeus y Thessalonika, y un 10% de la operadora de telefonía Hellenic Telecom.

-En los siguientes años se venderá la gestión de aguas de Atenas, la refinería estatal, aeropuertos y concesionarias de autopistas. El Gobierno espera recaudar en total 50.000 millones de euros.

Fuente: Público

"Debtocracy - Χρεοκρατία - Deudocracia"

http://www.youtube.com/watch?v=KX82sXKwaMg

Katerina Kitidi y Ari Hatzistefanou

"Debtocracy - Χρεοκρατία - Deudocracia" es un documental realizado por los periodistas griegos Katerina Kitidi y Ari Hatzistefanou, y distribuido en internet libremente por sus autores, que busca las causas de la crisis y de la deuda en Grecia, y que propone soluciones que el Gobierno y los medios de comunicación dominantes ocultan.

Lo llaman UNIÓN Europea (y no lo es)

Dos cifras para no perdernos. La primera: para salvar al sistema financiero de los errores que provocó su propia voracidad suicida, Europa inyectó 311.400 millones de euros en sus bancos. El total de dinero movilizado por los socios de la UE en 2008 y 2009, tras la caída de Lehman Brothers, alcanzó los 3,7 billones de euros si sumamos también los préstamos y los avales y garantías no ejecutados que pusieron sobre la mesa las naciones europeas para respaldar a sus irresponsables banqueros. Por entendernos: 3,7 billones de euros es más dinero que el PIB de España (1,1 billones) y el de Alemania (2,4 billones) juntos.

La segunda cifra: el rescate a Grecia costará 110.000 millones de euros y no es un regalo desinteresado. Salvamos a Grecia para salvar de nuevo a la banca europea. También para evitar que la deuda soberana se encarezca aún más y el terremoto se lleve por delante al euro, de sur a norte. Los griegos pagarán el préstamo a sus socios con un 4% de interés. Y con su sangre.

Comparen ahora, si es que se quieren enfadar, el incondicional rescate a la banca europea y mundial –que en estos tres años de crisis apenas ha padecido reforma alguna– con los dolorosos recortes que hoy exigimos a Grecia. El “rescate” que impone la UE francoalemana a su supuesto socio tiene un nombre médico: ensañamiento terapéutico. Consiste en recetar dolor y más dolor a un paciente que se da por perdido. ¿Podrá acaso la anoréxica economía griega pagar lo que debe con una nueva dieta?

En el mejor de los casos, los ciudadanos griegos tienen por delante un lustro de recesión. En el peor, un corralito argentino. Es cierto: gran parte de la responsabilidad es suya. Al menos tanta como la que nunca han asumido por esta crisis los banqueros.

Ignacio Escolar

Público

miércoles, 29 de junio de 2011

Cosas curiosas de la economía europea

Como es sabido, uno de los protagonistas de la crisis financiera que se inició en 2008 en Estados Unidos, junto con la entidad Morgan Stanley, fue un banco de inversión llamado Goldman Sachs. Abocado a la bancarrota, en septiembre de 2008 la Reserva Federal estadounidense decidió que dejase de ser un banco de inversión para convertirse en un banco comercial y tuvo que ser rescatado con diez mil millones de dólares públicos. En abril de 2010, la Comisión del Mercado de Valores de Estados Unidos acusó a Goldman Sachs de fraude por las hipotecas subprime. En los juzgados la entidad financiera está acusada de emitir obligaciones de deuda a partir de valores respaldados por hipotecas que se preveía que fallaran y comercializarlas para sus clientes presentándolas como una buena inversión. Así, las autoridades bursátiles estadounidenses calculan que los ingenuos inversores de Goldman Sachs perdieron en torno a 740 millones de euros (El País, 17-4-2010).

No solamente esto, Goldman tuvo un papel central a la hora de ayudar a Grecia a ocultar el déficit presupuestario de su gobierno a la Unión Europea, los mercados financieros y la opinión pública en general. Goldman vendió a Grecia unos complejos canjes en los que pagaba al gobierno griego por futuras fuentes de ingresos por conceptos tales como tasas de aterrizaje en aeropuertos. Se trataba en realidad de un préstamo, pero el canje permitía al gobierno griego evitar que el dinero prestado pasara a los libros como préstamo, lo que habría elevado su déficit presupuestario por encima de los límites permitidos en la zona euro (The Guardian, 20-4-2010). Goldman Sachs gestionó colocaciones de bonos griegos por importe de unos 15.000 millones de dólares (unos 11.000 millones de euros al cambio actual) tras llevar a cabo una permuta de divisas que permitió al Gobierno de Atenas ocultar la verdadera cuantía de su déficit. Goldman ganó unos 735 millones de euros con la colocación de bonos griegos desde 2002, según datos de la agencia de noticias financieras Bloomberg News (El País, 18-2-2010).

¿Y por qué contamos ahora esto? Porque entre enero de 2002 y enero de 2006, mientras se cocían todos estos petardos financieros, el vicepresidente de Goldman Sachs era un señor que se llama Mario Draghi. El mismo que los líderes de la Unión Europea en una cumbre de Bruselas acaban de nombrar presidente del Banco Central Europeo. Ejercerá su cargo desde el 1 de noviembre de 2011, al 31 de octubre de 2019. El presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, afirmó que Draghi “ejercerá un liderazgo fuerte e independiente” de la institución, “continuando la tradición establecida por sus antecesores”. Hasta ahora solamente habíamos dedicado fondos públicos a salvar a las grandes financieras que habían provocado la crisis, ahora ya contratamos a sus directivos para gestionar la economía pública.

Y una última anécdota. Recordemos que los ciudadanos de Islandia decidieron en referéndum que no estaban dispuestos a que su Estado asumiera el pago de 3.700 millones de euros a la banca privada del Reino Unido y Holanda. El gobierno islandés, que defendía el pago, se quedó muy abrumado y dijo que entonces el país no podría acceder a los mercados financieros. Sin embargo no hubo ningún problema para colocar en el mercado bonos a cinco años. Su precio se estableció a un tipo del 4,875% (Público, 11-6-2011). Lo curioso es que otros gobiernos más disciplinados con el mercado deberán pagar un interés mayor para que los inversores se interesen por sus bonos y los compren. Los bonos irlandeses se pagan al 15% y los griegos al 25%. Hasta el Estado español deberá pagar más interés que el islandés para que los inversores se los queden, el 5,6%. De modo que ni los mercados te premian cuando eres servil.

Www.pascualserrano.net

Pascual Serrano es periodista. Su último libro es ¿El mejor del los mundos? Un paseo crítico por lo que llaman “democracia” (Icaria)

Fuente:Rebelión




martes, 28 de junio de 2011

Indignante Europa

Juan Torres – Consejo Científico de ATTAC

A base de poner el proyecto europeo cada vez más claramente al servicio de los intereses de las grandes corporaciones económicas y financieras, los dirigentes de la UE van a lograr que la mayor parte de la población europea se desentienda de Europa y que se desvincule indignada de los horizontes y sacrificios que le quieren imponer.

Tratar de salvar solo a los pasajeros de clase preferente cuando el avión corre peligro de estrellarse es una quimera. Pero en lugar de entender que a quien hay que salvar es a toda Europa sus líderes ceden a la presión y apuestan por salvar solo a los bancos francoalemanes y tras ellos, en cada país, a los nacionales. Con tal de lograrlo, están a punto de sumir a Europa en una depresión y en una crisis sin precedentes y pueden llegar a convertirla, para salvar solo los muebles de los grandes financieros, en la primera dictadura corporativa del planeta porque todo ello se lleva a cabo, además, sin deliberación social y a base de imponer recortes de derechos y costes sociales muy elevados sin consultar para nada a la población.

Por si fuera poco, se puede decir que las medidas económicas que están imponiendo rozan la superchería porque se empeñan en basar la política económica en la moderación salarial y del gasto público argumentando que así aumentarán la competitividad y el empleo cuando hoy día se sabe a ciencia cierta que esa secuencia no se da y que la reducción del salario no crea empleo sino todo lo contrario.

Los investigadores Jesus Felipe y Utsav Kuma acaban de demostrar (Unit Labor Costs in the Eurozone: The Competitiveness Debate Again, Working Paper of Levy Institute, 2011) que la tesis que utilizan las autoridades europeas para justificar sus políticas, según la cual para obtener más producción y empleo es preciso menor crecimiento salarial, no está de ningún modo contrastada. Y que si los costes laborales unitarios han subido en los años o países con peores niveles de empleo, que es el argumento que utilizan los neoliberales para imponerlas, no es porque hayan subido los salarios sino los precios, como consecuencia del enorme poder del que disponen las grandes empresas y al que nunca le hacen frente.

Sylvain Broyer y Costa Brunner demostraron hace poco (L’évolution récente des parts de marché intra-UE n’a rien à voir avec la compétitivité coûts, Flash Economie, Natixis, N° 193, 2010) que la evolución de las cuotas de mercado intraeuropeas no tiene nada que ver con los costes de competitividad. Para que las cuotas de mercado de los diferentes países respondieran a sus distintos niveles de costes, esto es, para que se pudiera producir el efecto que se pretende alcanzar con las medidas de ajuste salarial que impone el pacto del Euro Plus, tendría que suceder que todos los países de la zona exportaran los mismos productos, que fuesen perfectamente sustituibles, que es justo lo contrario de lo que ocurre en Europa en donde la tendencia realmente observada es la de una progresiva especialización.

Hace también poco tiempo, James Galbraith y Deepshikha Chowdhury (The European Wage Structure, 1980- 2005: How much flexibility. LBJ School of Public Affairs. Austin, Texas 78713, UTIP Working Paper Number 41, 2007) han demostrado que de los datos sobre salarios y empleo en Europa entre 1980 y 2005 no se puede deducir que deban disminuir los salarios para que aumente el empleo, porque lo cierto es que las variaciones de los salarios y del empleo en ese largo periodo han ido de la mano: cuando han aumentado los salarios ha subido el empleo y cuando se han reducido ha bajado.

Y desde finales de los años noventa se viene haciendo numerosos estudios por autores como Dean Baker, Laurence Ball o Thomas I. Palley que demuestran que la evolución del desempleo en Europa no depende de variables que tengan que ver con instituciones “rígidas” del mercado de trabajo sino con las políticas macroeconómicas de austeridad y moderación salarial dominantes.

Hasta la propia OCDE, unos de los baluarte desde los que se diseñan las políticas neoliberales, tuvo que reconocer en su Employment Outlook de 2006 (p. 190) que diferentes países habían podido lograr buenos resultados en materia de empleo aplicando políticas “extremadamente diferentes”, y el economista francés Jean Paul Fitoussi afirmaba en 2003 (Comments on Frydman, R., Stiglitz, J., Woodford, Expectations in Modern Macroeconomics, University Press, Princeton, p.434) que “hasta ahora no hay evidencia de que las instituciones del mercado de trabajo sean responsables del alto nivel de desempleo de la Unión Europea”.

No es verdad, pues, que las medidas de recorte salarial contempladas en el Pacto del Euro vayan a permitir crear empleo. Hay mucha más base empírica para asegurar que la austeridad que se está imponiendo va a debilitar la capacidad de crearlo y que va a llevar a Europa a una atonía de muy graves consecuencias sociales durante años.

Y lo peligroso es que se prefiere producir estos efectos que serán dramáticos solo para asegurar que aumenten las rentas financieras, para que los Bancos que han producido un colosal desastre financiero recuperen cuanto antes sus beneficios y su poder y para que las grandes empresas consoliden su posición de privilegio en los mercados.

Europa necesita una orientación política y económica diferente. El euro ya ha dado todo lo que podía dar sin generar un problema sistémico irresoluble en Europa y que antes o después se va a proyectar sobre el resto del mundo. ¿Quién puede creer que la solución es ir condenando a una nación detrás de otra a seguir el camino impuesto a Grecia, dejándolas sin recursos para levantar cabeza en uno o dos decenios?

Europa necesita una nueva constitución monetaria y económica que no agrande constantemente las asimetrías tan profundas hoy día existentes sino que permita cerrarlas mediante políticas de bienestar e igualdad.

Hay que abordar el problema de la deuda con decisión, haciendo que carguen con ella quienes la han provocado e impidiendo de una vez que siga siendo una fuente de negocio para los especuladores financieros, y para ello se requiere otro banco central y otra política monetaria, comprometidos con el pleno empleo, con la sostenibilidad y con la igualdad. Es ya imprescindible contar con un auténtico presupuesto y con una hacienda europeos que armonicen la fiscalidad, que articulen políticas de reequilibrio y desarticulen los mecanismos que hoy día favorecen la obtención de rentas financieras en perjuicio de la creación de riqueza. Hay que contar con normas laborales continentales, con estándares de protección paneuropeos y, sobre todo, con una política europea de gestión del tiempo de trabajo que favorezca el empleo y no su reparto empobrecedor mediante el desempleo o la precariedad laboral. Hay que establecer una estrategia de Europa por la igualdad, entre otras vías, imponiendo a las empresas códigos de responsabilidad ambiental, laboral y en materia de no discriminación. Europa debe modificar su posición en la estructura del comercio internacional renunciando al cínico principio del librecambio exigido a los países pobres, pero que los ricos y la propia Europa no cumplen, para asumir la cooperación y la restitución como principios ordenadores de los intercambio internacionales. Hay que someter a los mercados financieros y reprimir la especulación con todas las fuerzas.

Los líderes europeos pueden insistir y seguir proclamando, como acaba de hacer Barroso, que “no hay alternativa” pero así solo van a conseguir que la indignación se extienda sin remedio entre la ciudadanía y que ésta, antes o después, tome las calles para echarlos y evitar el desastre imponiendo pacíficamente otra política económica al servicio de las personas y basada en una verdadera democracia.

Artículo publicado en Sistema Digital

http://www.juantorreslopez.com

jueves, 23 de junio de 2011

Insolidaridad y crisis de la UE

Tras tanto hablar de la cohesión social para afirmar que el proyecto de la UE trascendía de la mera unión mercantil originaria, la crisis ha venido a aclarar sin tapujos que es la Europa del capital, y no la de los ciudadanos, la que prima en la toma de decisiones. Los recientes movimientos de protesta vienen a recordar las promesas violadas de esa Europa unida y solidaria a la que hacía mención el Tratado de Lisboa.

Para contentar a la mayoría, se presentó la adhesión a la UE de los países hoy llamados “periféricos” como la entrada en un club de ricos que, guiado por el objetivo de la cohesión social, iría construyendo un espacio cada vez más homogéneo en derechos, retribuciones y prestaciones sociales. Sin embargo, al cebarse precisamente en los “países periféricos” las agresiones a las retribuciones, derechos y prestaciones sociales de los trabajadores, practicadas al calor de la crisis, se hundió el sueño de esa Europa de ciudadanos libres e iguales, llamados a participar en instituciones que, se suponía, irían reforzando la unidad política y la cohesión social en un espacio heterogéneo.

Por ejemplo, según las estadísticas de la UE, el coste laboral por hora de trabajo en Rumanía era antes de la crisis sólo el 15% de la media de los 27 y el gasto social y las pensiones per cápita apenas alcanzaban a ser el 4 y 5% de la media comunitaria; pese a ello, se han acordado drásticos recortes en aras de una supuesta mejora de la competitividad. Lo mismo ha ocurrido en Grecia, Portugal y España. Cuando en nuestro país el coste laboral por hora de trabajo, el gasto social y las pensiones a duras penas llegan a ser la mitad que en Alemania y se sitúan bien por debajo de la media de la UE de los 27, se vienen imponiendo más y más recortes en retribuciones, cotizaciones y derechos sociales. Es vergonzoso que se juegue a salvar la UE hundiéndola como proyecto socio-político, pues ya no se habla de igualar por arriba, ni siquiera de igualar por abajo, sino de degradar más y más la precaria situación de los de abajo, ampliando la grave polarización social del espacio europeo, a la vez que se corre un tupido velo sobre los factores que de verdad sesgan la productividad y los ingresos a favor de los ricos.

Carlos Taibo

Público




miércoles, 22 de junio de 2011

La tragedia griega

Ya no están Tespis, Esquilo, Sófocles o Eurípides para mostrarnos la tragedia griega. Grecia es hoy un país al borde del abismo, pero el abismo es la orilla de un territorio que abarca a todas las naciones: la tragedia las abarca a todas.

Esos trágicos inmortales dirigieron su atención hacia el mundo interior de los hombres, buscando lo intrínsecamente humano narrando sus aventuras, en las que exploraron los abismos y vericuetos de lo que ellos llamaban alma. Aristóteles postuló que la tragedia, mediante la piedad o el horror era capaz de lograr que el alma se elevara y se purificara de sus pasiones.

Ese proceso, denominado catarsis, es la purificación interior que logra el espectador a la vista de las miserias humanas. El fondo común de lo trágico será la lucha contra un destino inexorable, que domina la vida de los mortales; y el conflicto que se abre entre el hombre, el poder, las pasiones y los dioses.

Sus temas, son sin duda grandilocuentes y, aunque no han perdido vigencia, adoptan en nuestros días significados tan desconcertantes que llevaron a Paul Tabori a escribir La historia de la estupidez humana.

Las primeras palabras de la Introducción de La historia... de Tabori, dicen: “Este libro trata de la estupidez, la tontería; la imbecilidad, la incapacidad, la torpeza, la vacuidad, la estrechez de miras, la fatuidad, la idiotez, la locura, el desvarío. Estudia a los estúpidos, los necios, los seres de inteligencia menguada, los de pocas luces, los débiles mentales, los tontos, los bobos, los superficiales; los mentecatos, los novatos y los que chochean; los simples, los desequilibrados, los chiflados, los irresponsables, los embrutecidos. En él nos proponemos presentar una galería de payasos, simplotes, badulaques, papanatas, peleles, zotes, bodoques, pazguatos, zopencos, estólidos, majaderos y energúmenos de ayer y de hoy. Describirá y analizará hechos irracionales, insensatos, absurdos, tontos, mal concebidos, imbéciles... y por ahí adelante. ¿Hay algo más característico de nuestra humanidad que el hecho de que el Tesauro de Roget consagre seis columnas a los sinónimos, verbos, nombres y adjetivos de la estupidez, mientras la palabra sensatez apenas ocupa una?”

Hay que decir a Tabori que el poder económico, político, militar, está densamente poblado por el elenco que refiere, y que el pilar sobre el que se mantiene ese poder es el interés del dinero, del capital, que todo lo embrutece. Pero aún embrutecido, no deja de ser poder.

Nunca en la historia el frenesí, la vehemencia, por la posesión individualista de la tecnología y por el consumismo alcanzaron la estúpida sinrazón de preferir sin ningún género de dudas tal posesión, al precio del calentamiento global, del agotamiento del planeta. Baste recordar, como ejemplo, que en 1992, en la Cumbre de la Tierra, en Río de Janeiro, convocada para encontrar los medios de velar por los temas medioambientales, Bush padre obsequió al mundo esta imborrable perla para la historia de la estupidez humana, al decir: Nuestro estilo de vida no es negociable.

En 1928 Mahatma Gandhi, un ser fuera del mundo del mercado que produce la estupidez referida, dijo Dios nos libre de que algún día India siga el ejemplo de la industrialización occidental: intuía sin duda que si el mundo se dejaba llevar por la explotación enajenada de los recursos naturales, la humanidad terminaría esclavizada y con un mundo desprovisto de los recursos naturales como si lo hubiera devorado un enjambre de langostas.

A última hora de pasado 18 de junio Alemania y el Banco Central Europeo llegaron a un acuerdo, y aprobaron un segundo rescate para Grecia. Alemania decía estar definitivamente contra un nuevo rescate para Grecia cuya impericia para la administración pública es proverbial, según la señora Merkel. Este rescate fue detenido ayer lunes, sin duda sólo para volverlo más draconiano para los griegos, sin que ello suponga, a menos a mediano plazo, una vía de salida para su tragedia.

La teoría de los rescates dice que es preciso recobrar la confianza del consumidor, para lo cual es necesario salvar a los bancos alemanes y franceses que, en gran parte, en ello consiste la inmensa deuda soberana de Grecia. No importa que hayan pasado varias décadas que han probado que la tal confianza no se restablece por esa vía.

Lo llamativo es que, con los rescates a Grecia mediante los cuales otros países europeos piden prestado dinero para prestárselo a Grecia, la UE se aproxima a una especie de Estado que emite bonos europeos, ya que poco a poco los demás países acaban asumiendo los riesgos de Grecia. Todos son Grecia.

Y los estados nacionales europeos han confesado finalmente que quien manda son los banqueros y no el poder político, al emitir un boletín que dice la Unión Europea tendrá que pactar con las principales agencias de calificación –Moody’s, Standard & Poor’s y Fitch– la restructuración suave y voluntaria de la deuda griega, para evitar que su calificación siga cayendo escaleras abajo y que alguna de esas tres firmas considere que la salida pactada es, en realidad, una suspensión de pagos y provoque otro terremoto financiero.

Entretanto, si nada cambia, Estados Unidos, la UE, y ahora que China empieza a acercárseles, se aproximan juntos a otro tsunami financiero.

José Blanco.
La Jornada

viernes, 17 de junio de 2011

No al pacto del euro

Los países socios de la UE se reúnen en unos días para concretar un acuerdo que va a “responder a la crisis, preservar la estabilidad financiera y establecer los fundamentos de un crecimiento inteligente, sostenible, socialmente integrador y creador de empleo”. Las palabras suenan bien, hasta que se entra en los detalles. El pacto del euro es, en realidad, el mayor recorte al Estado del Bienestar y a los derechos de los trabajadores europeos desde que existen ambas cosas en Europa.

La receta acordada –que ya se firmó hace tres meses– consiste en rebajar los salarios, abaratar el despido, reducir el gasto público, alargar la edad de jubilación… En resumen: mejorar la competitividad de la economía a costa de los de siempre, que son quienes afrontan los puntos más concretos de un acuerdo que, por lo demás, es bastante difuso. El pacto del euro también plantea mejorar la educación o el I+D, pero no establece ni cuándo ni cómo. También habla de regular el sistema financiero, pero no propone una sola medida concreta. Incluso pide –y es el colmo– “reducir la pobreza”, pero no explica cómo se combatirá la exclusión en una Europa con sueldos más bajos y menos gasto social.

El plan no sólo es un error porque sea injusto. También lo es porque no cumplirá con su objetivo de acabar con la crisis. Hasta la nada sospechosa OCDE alertó hace unos meses de que el principal problema de la economía europea no es ni el déficit ni el mercado laboral, sino la banca. Los ajustes de caballo en el sector público, como ya está pasando en España, tampoco ayudan a salir de la recesión, sino que paralizan aún más a la economía. Bajar los sueldos para mejorar la competitividad puede ser una buena idea para un país como Alemania -que vive de la exportación–, pero no es una receta capaz de salvar Europa en su conjunto: un mercado que también depende en gran medida del consumo interno que sin duda va a ir a menos si los sueldos de la clase media se reducen.

La firma del pacto del euro no es voluntaria. Es el requisito que ha puesto sobre la mesa Angela Merkel a cambio de no dejar que los mercados devoren a los socios más débiles: a Irlanda y a los países del Mediterráneo, incluida España. A los gobiernos se les daba dos opciones: la tijera o la guadaña. ¿Y a los ciudadanos? También tenemos dos opciones: callarnos y aceptar los nuevos recortes o protestar ante este chantaje. Por eso este domingo, 19-J, diré no al Pacto del Euro desde la calle, pacíficamente, junto con los indignados.

Ignacio Escolar. Público

domingo, 12 de junio de 2011

El Pacto del Euro. Video-entrevista. Attac TV

El Pacto del Euro. Video-entrevista. Attac TV
Paco Álvarez

http://www.attac.tv/altermedia/2011/06/1986


El 19 de abril, la Comisión de Economía y Asuntos Monetarios (ECON) del Parlamento Europeo aprobó seis paquetes de medidas para “fortalecer el control presupuestario y la coordinación de políticas económicas en la zona euro”. Medidas que serán aprobadas por el propio Parlamento en este mes de junio sin prácticamente tiempo para su discusión.

Algunas de estas medidas consisten en la vinculación de los salarios a la productividad, aumentar la edad de jubilación y trasvasar fondos a los planes privados de pensiones, introducir en las Constituciones de los Estados la obligatoriedad de limitar los déficits públicos, establecer un calendario para la reducción de la Deuda Pública y disciplinar a los países con desequilibrios macroeconómicos graves, incluyendo la falta de competitividad pero no el paro.

Paco Álvarez nos explica el tipo de medidas que se quieren adoptar y a quienes afectarán de manera directa.

Visita http://noledigasamimadrequetrabajoenbolsa.blogspot.com

sábado, 11 de junio de 2011

19-J: Contra el pacto del euro. Democracia real en Europa ¡ya!

A finales de marzo los jefes de Estado o de Gobierno de la zona euro más otros seis países (Bulgaria, Dinamarca, Letonia, Lituania, Polonia y Rumanía) suscribieron un acuerdo con el que decían que trataban de hacer frente a la crisis y al problema de deuda que se había generado en Europa. En su virtud, establecieron una serie de obligaciones comunes y el compromiso de que los diferentes gobiernos aplicarán las medidas económicas oportunas para hacerlas efectivas. El acuerdo ha sido conocido como Pacto del Euro e implica que todas las medidas que lleve consigo habrán de sujetarse a las recomendaciones que establezca la Comisión Europea, la cual, además, actuará como principal supervisor y evaluador en su aplicación y desarrollo.


El objetivo general del Pacto según sus firmantes
Los firmantes del Pacto afirman que su objetivo general es hacer frente a la deuda incrementando la competitividad de la zona euro, es decir, facilitando la presencia comercial de las empresas de los países que utilizan el euro en los mercados mundiales.
Para lograr ese objetivo el pacto ha establecido cuatro pilares que deberían marcar las líneas principales de actuación económica por parte de los gobiernos nacionales.


El primer pilar del Pacto: impulsar la competitividad
El primer pilar para alcanzar ese objetivo general es el impulso de la competitividad, y los firmantes del Pacto entienden que eso solo se puede lograr bajando los precios y que estos, a su vez, solo se reducen si bajan los salarios. Para ello, se establece la necesidad de controlar los llamados costes laborales unitarios.
Puesto que estos últimos son el resultado de dividir los salarios nominales por la productividad, para bajarlos o se reducen los salarios nominales (el numerador) o se aumenta la productividad (el denominador).
El Pacto propone medidas en ambos sentidos.
Para bajar los salarios nominales recomienda reformas como las siguientes (Los entrecomillados son citas textuales del Pacto que se puede leer en:http://www.consilium.europa.eu/uedocs/cms_data/docs/pressdata/es/ec/120310.pdf):
-“Revisión de los acuerdos de fijación de salarios”, para restringir sus posibles subidas.
- “Revisión del nivel de centralización del proceso de negociación” para reducir el poder negociador de los trabajadores y así evitar que puedan presionar al alza los salarios al defender su capacidad de compra. Como es bien sabido, cuanto más centralizado esté un sistema de negociación colectiva más trabajadores participen en la negociación y, por tanto, más fuerza tienen. Por el contrario, cuanto más descentralizada sea la negociación (como quieren los líderes neoliberales europeos), más difícil resulta a los trabajadores defender sus derechos o conseguir salarios más elevados: si se negocia a nivel estatal, por ejemplo, los trabajadores pueden tener gran fuerza de negociación pero si se negocia a título personal, no tendrán ninguna. Los firmantes del Pacto proponen esta revisión para que se pueda ir descentralizando la negociación porque saben que así bajarán los salarios, que es lo que buscan.
- “Garantía de que la fijación de salarios en el sector público contribuye a los esfuerzos de competitividad en el sector privado”. Es decir, que los sueldos de los trabajadores públicos se reduzcan para que no sirvan de referencia al alza a los trabajadores del sector privado.
Es evidente que todas estas medidas del Pacto solo están encaminadas a disminuir los salarios, bien de forma inmediata (rebajándolos directamente) bien de forma indirecta (reduciendo la capacidad de negociación de los sindicatos y rebajando los salarios públicos que funcionan como referencia para los salarios privados).
Por tanto, podemos afirmar que el Pacto apuesta por un tipo de competitividad doblemente empobrecedora. Por un lado, porque no la basa en mejorar la calidad o el valor de los productos que ofrecen las empresas europeas sino en igualar a la baja los salarios europeos con el resto de economías del mundo reduciendo, por tanto, los ingresos de la inmensa mayoría de la población y empobreciendo a los trabajadores europeos. El Pacto del Euro es un pacto contra los trabajadores europeos.
Por otro, porque además, hundirá a la economía europea puesto que al reducir los salarios disminuirá también el gasto que se realiza en Europa lo que se traducirá en menos ventas para miles de pequeñas y medianas empresas que viven de las compras que realizan los asalariados europeos.
Desde este punto de vista, los únicos beneficiarios del Pacto son las grandes empresas globales europeas, las que actúan en los mercados mundiales y no solo en el europeo y cuyos beneficios, por tanto, no dependen solo del gasto que se realice en Europa, como suele ocurrir con la inmensa mayoría de las pequeñas y medianas empresas. Por esa razón se puede afirmar que el Pacto del Euro es un pacto también contra las pequeñas y medianas empresas europeas.
Y como estas últimas son las que crean la mayor parte del empleo (alrededor del 70% de media en toda Europa) podemos decir que el Pacto del Euro es igualmente un pacto contra el empleo.
Para aumentar la productividad el Pacto recomienda “Mayor apertura de los sectores protegidos”, “Mejorar los sistemas educativos y fomentar la I+D” y “Mejorar el entorno empresarial”.
Significativamente, el Pacto no solo menciona sino que incluso va en la dirección contraria de algunos factores que desde los tiempos de los primeros economistas se sabe que son muy beneficiosos para incrementar la productividad: buenos salarios, buenas condiciones de trabajo, seguridad en el empleo, participación de los trabajadores en la vida de la empresa, protección social adecuada y abundante… Lo que permite afirmar que el Pacto del Euro no busca en realidad aumentar la productividad sino solo reducir los salarios para hacer que aumenten los beneficios de las grandes empresas europeas.
Además, es sabido que de esas tres medidas que propone para aumentar la productividad la más determinante con diferencia es la segunda y todo el mundo sabe que para mejorar los sistema educativos y fomentar la I+D es necesario mucho dinero público.
Sin embargo, el Pacto, como veremos más adelante, propone también la reducción de gasto público, de modo que se puede aventurar con toda seguridad que en lugar de aumentar la productividad, lo que provocará el Pacto del Euro será su disminución, al deteriorar las condiciones de trabajo y la dotación de capital social que es imprescindible para que aumente.
Y, por otra parte, el Pacto olvida algo esencial: aunque se lograse que con esas medidas se produjeran incrementos de productividad no es seguro que, unidas a rebajas paralelas de salarios, dieran lugar automáticamente a mayor competitividad ya que ésta, como los propios firmantes del Pacto asumen, depende del precio de los productos en venta. Y si resulta que los mercados, como ocurre en Europa -y el Pacto no propone nada para arreglarlo-, son muy imperfectos, es decir, que están muy concentrados y en ellos dominan pocas empresas con gran poder de mercado, lo más seguro que ocurra es que la bajadas en los costes laborales unitarios se aprovechen por estas empresas para aumentar su beneficio y no para rebajar los precio de sus productos. De hecho, eso es lo que hemos podido comprobar que ocurre constantemente en los mercados europeos (y muy especialmente en los españoles).
Por tanto, podemos decir que, en contra de lo que dice, el Pacto del Euro es en realidad un pacto contra la competitividad de la economía europea.
Finalmente hay que hacer una observación general. Según las tres cuartas partes de las exportaciones de los países europeos son de tipo “intraeuropeo”, es decir, con otros países europeos como importadores. Eso quiere decir que si se reduce la capacidad de consumo de las economías europeas (como consecuencia de las rebajas salariales y de la caída del gasto público) necesariamente también caerán las importaciones… de modo que de nada habrá servido que bajen los precios de los productos exportados, si es que se consiguiera que bajen. Lo que significa que lo que el Pacto del Euro va a producir es una caída de la actividad económica en toda Europa.


El segundo pilar del Pacto: el impulso del empleo.
El impulso del empleo en Europa se trata de conseguir partiendo de la idea de que el desempleo está provocado por un mal funcionamiento en el mercado laboral de manera que, para evitarlo, lo que hay que hacer son reformas que modifiquen su regulación y estructura. En concreto, el Pacto propone medidas como “Fomentar la ‘flexiseguridad’”, la “reducción del trabajo no declarado”, el “aumento de la tasa de actividad” y la “educación permanente”, además, por supuesto, de la reducción del coste del trabajo antes señalada.
Para lograr esto último el pacto también recomienda la “reducción de la presión impositiva sobre las rentas del trabajo”, es decir, de las cotizaciones sociales. Una propuesta que es doblemente negativa y perjudicial para la inmensa mayoría de la población. Por un lado, porque debilita el sistema público de pensiones cuya sostenibilidad tanto dicen los dirigentes neoliberales que les preocupa. Por otro, porque lo que en realidad significa es disminuir la masa salarial y, por tanto, generar más desigualdad, más empobrecimiento y menos gasto, con los problemas que esto lleva y que hemos apuntado más arriba apuntados. Y, con independencia de ello, también supone aumentar la regresividad del sistema fiscal puesto que, como al mismo tiempo se propone mantener los ingresos fiscales globales, se propone que esa tributación directa (que se sostiene sobre la capacidad de cada persona) se sustituya por impuestos indirectos, que se pagan con independencia del ingreso de los individuos. Es precisamente lo que acaba de proponer la Comisión Europea a España.
La idea de que lo que hay que hacer para crear empleo es abaratar el trabajo y facilitar las condiciones de contratación en los mercados laborales “flexibilizando” las relaciones laborales, de la que parte el Pacto, se demostró que es falsa hace más de setenta años. Es la idea que supone que el empleo se crea solo en función del precio del trabajo sin considerar que el empleo depende, en realidad, de la demanda efectiva que haya en el mercado de bienes y servicios porque, por muy barato que sea el trabajo, si los empresarios no venden los productos que fabrican no contratarán trabajadores.
Por eso el Pacto del Euro es una falacia y un engaño como instrumento para crear empleo: abarata el salario pero como al mismo tiempo debilita el mercado de bienes y servicios porque éste depende del gasto que en su mayor parte realizan los trabajadores, resulta que hace imposible o dificulta, como hemos mencionado ya anteriormente, la creación de empleo. De hecho, los estudios empíricos demuestran que las condiciones que han sido más favorables para la creación de empleo en Europa en las últimas décadas no han sido las que tienen que ver con la flexibilidad en los mercados laborales sino con las condiciones macroeconómicas generales: nivel de salario, tipos de interés, actividad económica, que son precisamente las que deteriora el pacto del Euro (Engelbert Stockhammer y Erik Klär, Capital accumulation, labour market institutions and unemployment in the medium run . Cambridge Journal of Economics, 2011, 35; pp. 437–457).
Lo que sí conseguirá el Pacto del Euro será precarizar aún más el empleo en Europa, hacerlo más inseguro y temporal, además de más barato. Y, por tanto, menos productivo porque con la generalización de ese tipo de mano de obra será cada vez más difícil que se impulse en Europa la actividad económica de alto valor añadido y más competitiva. Lo que conseguirá el Pacto del Euro será especializar a Europa en la oferta de mano de obra barata vinculada a la oferta de servicios personales de baja calidad, como ya ha ido pasando con los países, como España, en donde se han ido adelantando estas políticas.
En lugar de hacer que Europa sea más competitiva, el Pacto del Euro convertirá a Europa en una especia de gran parque de atracciones de bajo costo del que solo se aprovecharán, como hemos dicho, las grandes empresas europeas que tienen mercados cautivos dentro y fuera de Europa y que son verdaderamente las que han impulsado este pacto y obligado a los gobiernos a firmarlo.


El tercer pilar del Pacto: el “incremento de la sostenibilidad de las finanzas públicas”.
El Pacto recalca la necesidad de garantizar la aplicación del Pacto de Estabilidad y Crecimiento que obliga a reducir los déficits presupuestarios por debajo del 3%, para lo cual se recomienda reformar el sistema de pensiones, el sistema sanitario y las prestaciones sociales, es decir, los gastos que tienen un impacto más directo sobre el bienestar social pero, eso sí, que significan provisión de bienes (pensiones privadas, sanidad privada, cuidados privados, etc.) muy rentables para las empresas privadas (Para entender las falsas razones en que se basa el Pacto de Estabilidad puede verse, ¿Por qué el 3% de déficit público y no el 2 o el 7? Mentiras y verdades sobre los déficit y la deuda de Juan Torres López).
En particular se recomienda “el ajuste de la edad de jubilación efectiva a la esperanza de vida”, “la limitación de los planes de jubilación anticipada” y el “uso de incentivos específicos para emplear a trabajadores de más edad”, todo lo cual no sirve sino para debilitar el sistema público de pensiones y así favorecer su progresiva privatización que es en realidad lo que se busca como hemos analizado con más detalle en otro trabajo (sobre la falsedad de esos argumentos puede verse Están en peligro las pensiones públicas? Las preguntas que todos nos hacemos, las respuestas que siempre nos ocultan de Vicenç Navarro, Juan Torres y Alberto Garzón).
Además, en algunas recomendaciones adicionales la Comisión Europea propone también avanzar en los procesos de privatización de las empresas y servicios públicos, es decir, simplemente proporcionar más suculentos negocios al capital privado porque no es cierto que las privatizaciones constituyan ingresos netos para las arcas públicas: se suelen vender a precios bajos, cuando no regalados, y no se tienen en cuenta los ingresos que se dejan de percibir desde el momento en que las empresas o servicios públicos pasan al sector privado.
Para reafirmar estas medidas antisociales, el Pacto insta a “traducir en legislación nacional las normas presupuestarias de la UE establecidas en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento” con objetivo de garantizar que posean un “carácter vinculante y duradero suficientemente sólido”. De hecho, se propone que se introduzcan en leyes marco o incluso en las propias constituciones.
Esta recomendación del Pacto es profundamente antidemocrática y se puede calificar como un auténtico golpe de estado económico ya que significa, por un lado, proponer el blindaje de un determinado tipo de política económica, prohibiendo legalmente todas las alternativas posibles; y, por otro, impedir que los países con más atraso en la dotación de inversiones e infraestructuras sociales puedan recurrir en el futuro al endeudamiento que suele ser el único medios que permite conseguirlas. Es decir, significa condenarlos al atraso y al empobrecimiento.
Esta medida es, además de todo ello, profundamente inútil y a la postre solo va a provocar que haya mucha más deuda de la que se quiere evitar.
El Pacto del Euro ni siquiera va a conseguir reducir el déficit y la deuda con estas imposiciones porque es falso que para aliviar la deuda sea suficiente con limitar el gasto, tal y como han demostrado numerosos estudios empíricos como, por ejemplo, el de Mark Weisbrot y Juan Montecino Alternativas a la austeridad fiscal en España. Lo más probable es que estas medidas terminen produciendo una caída semejante o sustancial en los ingresos porque reducen la actividad y, por tanto, la generación de ingresos para las arcas del Estado, lo que al final impide que desaparezcan los desequilibrios presupuestarios. Con ellas solo se consigue aumentar el malestar social, las carencias sociales y e incluso la falta de los recursos públicos que precisa el capital privado para crear actividad y empleo.


El cuatro pilar del Pacto: el refuerzo de la estabilidad financiera.
En este punto se propone un programa de “coordinación de la política tributaria” pero sin que se determine de antemano. De hecho los Estados simplemente “se comprometen a entablar debates estructurados en torno a la política tributaria”, lo que muestra que la voluntad de avanzar hacia una necesaria hacienda europea con potentes figuras impositivas que promuevan una tipo de economía más productiva y sostenible con un reparto más justo de la renta o hacia la coordinación de la lucha efectiva contra el fraude y la evasión fiscal es nula.
En lo que se refiere a regulación bancaria únicamente se afirma que “efectuarán periódicamente pruebas rigurosas de resistencia bancaria”, una auténtica tomadura de pelo a la ciudadanía europea si se tiene en cuenta que las que se han realizado han sido un completo engaño: baste recordar que afirmaron que los bancos irlandeses se encontraban en perfectas condiciones y que solo unas semanas más tarde hubo que inyectarles 80.000 millones de euros para tapar sus agujeros patrimoniales.
En el caso de España la Comisión Europea también ha recomendado avanzar en el proceso de privatización de las cajas de ahorro, pero permitiendo que, antes de eso, se gaste dinero público en dejarlas saneadas. Con total desvergüenza, las autoridades que suscriben el Pacto y que en tantas ocasiones manifiestan su gran preocupación por el mal uso del dinero público recomiendan “reestructurar las entidades vulnerables, que incluirán soluciones del sector privado” y la “prestación de apoyo público en caso de necesidad”.
Finalmente la problemática de la deuda pública queda al amparo del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), que tiene como objetivo “salvaguardar la estabilidad financiera de la zona euro” y que tendrá como función prestar asistencia financiera a los países que lo demanden. Esa asistencia la efectuará la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional en colaboración con el Banco Central Europeo y se afirma en el Pacto que dicha asistencia se realizará “bajo unas condiciones estrictas” y tendrá que estar dirigido a “conseguir y conservar la mayor calificación de solvencia de las principales agencias de calificación crediticia”.
La asistencia financiera se realizará en forma de préstamos y de forma excepcional con la compra de deuda en los mercados primarios, pero siempre “con arreglo a un programa de ajuste macroeconómico sujeto a condiciones estrictas”. Es decir, que el Pacto implica sujetar a Europa a la condicionalidad que siempre han usado esos organismos para imponer las políticas de ajuste neoliberal y cuyos resultados han sido nefastos en todos los países en donde se han aplicado.


Conclusiones
El Pacto del Euro es un torpedo hacia la línea de flotación de la Europa social.
Es técnicamente deficiente porque se basa en simples concepciones ideológicas que no tienen más fuerza que el poder de quien resulta beneficiado con las medidas que se proponen.
El punto de partida del que parte (que para hacer frente a la deuda que atenaza a Europa es preciso aumentar la competitividad de las economías nacionales y que eso solo se puede conseguir reduciendo el coste del trabajo) es doblemente falso.
Por un lado es falso porque la deuda que está provocando problemas gravísimos a muchos gobiernos europeos y a las empresas y familias no se ha originado porque las economías europeas sean poco o muy competitivas. La deuda pública generada en los dos últimos años es consecuencia de que los gobiernos han debido afrontar la crisis financiera que han causado la banca internacional y los grandes fondos especulativos. Y la deuda privada es el efecto de la pérdida de ingresos producida por las políticas, como las que ahora se vuelven a proponer, de reducción salarial que se han aplicado en los últimos años. Así lo demuestra el que la crisis y la deuda hayan afectado a países y economías con muy desigual nivel de competitividad.
Y es falso también porque no es verdad, como hemos comentado, que la causa de la deuda sean los salarios excesivos o que se pueda alcanzar más productividad disminuyéndolos.
Por lo tanto, el Pacto de Euro es una colosal estafa concebida solo para favorecer los beneficios de la banca y de las grandes empresas porque diciendo que trata de luchar contra la deuda lo que provocará con el tipo de medidas que propone será que haya menos empleo, menos ingresos salariales y de pequeñas y medianas empresas y, por tanto, que la deuda aumente en realidad aún más en el futuro. ¡Que es justamente lo que le interesa y pretende la banca! porque no hay que olvidar que el negocio que le proporciona beneficio y poder es precisamente la generación de deuda.
La lucha contra la deuda de los líderes europeos es solo aparente. Es falsa. La verdadera causa del incremento brutal de la deuda en Europa ha sido la pérdida de peso de las rentas salariales de los últimos años y de la recaudación impositiva que han producido las políticas que vienen defendiendo. Lo que el Pacto del Euro dice que es luchar contra la deuda es, en realidad, una lucha contra el gasto público destinado a suministrar bienes y servicios sociales a la población de ingresos más bajos para justificar de esa forma su conversión en negocio privado mediante las privatizaciones que propone. Buena prueba de ello es que el Pacto de Euro no haga mención alguna del gasto público dedicado a subvencionar a los grandes grupos empresariales, a la banca o a la industria militar a la hora de ahorrar dinero público. Si de verdad quisiera reducir el gasto improductivo ¿cómo es que no propone reducir este último?
Y el Pacto del Euro no solo es una estafa por lo que dice sino también por lo que calla, es decir, porque no aborda los verdaderos problemas de la economía y la sociedad europeas: nada se hace para garantizar que el sistema bancario funcione y vuelva a financiar a empresas y consumidores; nada se propone para frenar a los especuladores que son los que realmente provocaron la crisis y los que ahora se hacen de oro gracias a las emisiones de deuda; guarda silencio sobre el incremento espectacular de las desigualdades, o sobre el uso criminal de los paraísos fiscales dentro del propio territorio europeo…, por citar solo algunos.
El Pacto del Euro, en fin, es un engaño para ocultar que el problema radica en la propia constitución de la unión monetaria sobre bases técnicamente erróneas, antisociales y solo favorables para el gran capital empresarial y bancario.
Europa es cada vez más necesaria pero su constitución monetaria y política se acerca más al diseño de una dictadura que al de una democracia real y por eso las mujeres y los hombres decentes que aspiran a vivir en un mundo justo, respetuoso con la naturaleza y en paz con los seres humanos, debemos oponernos con fuerza a este nuevo intento del Pacto del Euro dedicado a someter a las personas a la única razón del beneficio privado.
La Europa del euro neoliberal ha dado ya de sí todo lo que podía dar y esto solo ha sido el incremento de las desigualdades, crisis financieras, pérdida de puestos de trabajo, degeneración del empleo y cierre de millones de pequeñas y medianas empresas. Solo los beneficios del gran capital se benefician netamente del euro así que o se cambian las condiciones en que se encuentra Europa esclavizada por esta unión monetaria o no habrá otra alternativa que luchar por salir del euro para poder aplicar otras políticas económicas que proporcionen bienestar humano, sostenibilidad y equilibrio social y de cuyo contenido nos ocuparemos en un artículo posterior.


* Juan Torres López (http://www.juantorreslopez.com) es catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Sevilla y miembro del Consejo Científico de ATTAC-España. Alberto Garzón Espinosa (http://www.agarzon.net) es investigador en la Universidad Pablo de Olavide y miembro del Consejo Científico de ATTAC-España. Ambos son editores de www.altereconomia.org

Fuente: http://www.agarzon.net/?p=885



martes, 7 de junio de 2011

El Pacto del Euro se olvida de las necesidades del ciudadano

El acuerdo impuesto por Angela Merkel evita fijar metas en la ampliación de la protección social para centrarse en los sacrificios y la austeridad.

El acuerdo de la UE no incluye ninguna medida para reducir el desempleo.

La competitividad se ha basado en bajar salarios, no en mayor capacitación.

Pocos días antes de llegar a una conclusión, los altos cargos que negociaron el Pacto por el Euro se dieron cuenta de que no había referencias a "su dimensión social", según fuentes cercanas a la negociación. El acuerdo logrado la semana pasada por la cumbre de líderes del euro resultó ser, tal y como se esperaba, una colección de deberes dictados por Alemania y suavizados por Francia para mejorar la competitividad y homogeneizar políticas económicas. La lista incluye retrasar la edad de jubilación, eliminar limitaciones a la libre competencia, desligar la evolución de los salarios de los precios o prohibir el déficit por ley.

¿Dónde está la "dimensión social", dónde se habla de reducir el paro? El texto que finalmente se aprobó contiene dos referencias de última hora: la intención de "respetar las tradiciones nacionales de diálogo social y relaciones laborales" y la inclusión de los sindicatos en el pacto a través de unos encuentros que ya se celebran regularmente.

Mientras que las medidas de austeridad y esfuerzo económico son explícitas y tienen plazo de cumplimiento, las que podrían mejorar la calidad de vida de los 330 millones de ciudadanos que usan el euro son inexistentes, denuncian numerosos expertos.

"El acuerdo sólo presta atención a la contención salarial y de la deuda ignorando que esta crisis es financiera y causada por los bancos", denuncia Sony Kapoor, director del centro de estudios Redefine y asesor de varios Gobiernos sobre reformas financieras. "Los líderes debían haber mandado dos mensajes: que mañana será diferente", asegura, en referencia a la superación de la crisis. "Pero también que el mañana será mejor", lamenta. La creencia de que la crisis ha hecho tocar techo al Estado del bienestar, de que las generaciones de europeos posteriores a la crisis se arriesgan por primera vez a sufrir una regresión de las conquistas sociales, cobra peso gracias a los silencios e inconcreciones del pacto. Según Kapoor, un pacto "realmente social" debería centrarse en "ganar competitividad no a través de una simple rebaja en los salarios, sino de una mejora en la capacitación laboral para que el trabajo valga más" y se pueda competir con otras economías gracias a cerebros bien formados.

En ese sentido, el pacto pide "mejorar los sistemas educativos y fomentar el sector I+D+i", pero el pasaje del texto no generó ningún debate en la zona euro al no llevar de la mano ningún objetivo específico. En febrero, el presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, barajó la posibilidad, pero advirtió de que "otras partidas de los presupuestos de todas las administraciones tendrían que reducirse" más. "A lo mejor tenemos que hacer un pacto en España para lograr ese 3%", reflexionó, en referencia al objetivo europeo en inversión en I+D+i, que no es vinculante.

Según Kapoor, cualquier reforma del modelo salarial que arriesgue el poder adquisitivo del trabajador es inconcebible sin "una lucha sin cuartel" contra la evasión fiscal de los que más cobran. Todo ello, advierte, tras poner en orden el sector financiero, que ha sido rescatado con dinero público, pero no ha visto la "refundación del capitalismo" prometida en 2008 por Nicolas Sarkozy. El impuesto sobre las transacciones financieras, la regulación de las agencias de calificación de riesgos o las duras exigencias que destierren las prácticas peligrosas para el resto de la economía siguen siendo asignaturas pendientes.

La Fundación Primero de Mayo, un centro de estudios de CCOO, da prioridad, frente a la "enfermiza obsesión por los equilibrios macroeconómicos", al "crecimiento y la creación de empleo", según Ramón Baeza, director de Estudios Europeos, quien cree que estos elementos son un requisito previo imprescindible para salir de la crisis y hacer otras reformas, y no viceversa.

Baeza lamenta que la zona euro plantee su pacto por la competitividad como un freno a los excesos del pasado, ya que las rentas salariales han aumentado muy por debajo del conjunto de rentas nacionales en las últimas tres décadas, según datos de la OCDE. Ante vagas intenciones de la zona euro, el centro de estudios propone "una cláusula de progreso social en el derecho primario que asegure que los derechos fundamentales tienen primacía sobre las libertades económicas". Para el sindicalismo europeo es imprescindible pasar de las palabras a los hechos y poner en marcha una "armonización fiscal a escala europea". Aunque los líderes europeos la mencionan en su acuerdo, sólo se aplicará a la base del impuesto de sociedades y, por el momento, no estudiará cómo recaudar a escala europea en otras áreas para gastar mejor.

Ni las medidas del pacto ni las propuestas desde otros ámbitos pretenden acelerar la salida de la crisis, sino aplicar políticas económicas parecidas para que, si se produce otra, se pueda luchar con las mismas armas contra problemas similares. La principal amenaza presente y futura es el excesivo endeudamiento, contra el que se ha erigido un muro un poco más alto que el que fijaba hasta ahora el Pacto de Estabilidad. Con la reducción del agujero en las cuentas públicas, una obligación que será incluida en cambios constitucionales o de grandes leyes, la moneda única pretende recuperar la credibilidad perdida en los mercados.

A las sanciones se le suma el control europeo del borrador de los presupuestos nacionales, antes incluso de que sean negociados por los parlamentos. Para referentes europeístas como Jacques Delors, antiguo presidente del Ejecutivo comunitario, es "lo más reaccionario que ha producido jamás la Comisión".

Según Alberto Montero, profesor de Economía Aplicada en la Universidad de Málaga, el rumbo que se enfila estrangula la capacidad de los Estados, con el gasto social como primera víctima. "La crisis se ha utilizado como coartada" para "un sacrificio que se pregona colectivo pero que sólo se impone sobre los trabajadores", dice. Mientras, señala Kapoor, los bancos disfrutan sabiendo que "para ellos, el mañana sí será mejor".

Daniel Basteiro
Público