Esos trágicos inmortales dirigieron su atención hacia el mundo interior de los hombres, buscando lo intrínsecamente humano narrando sus aventuras, en las que exploraron los abismos y vericuetos de lo que ellos llamaban alma. Aristóteles postuló que la tragedia, mediante la piedad o el horror era capaz de lograr que el alma se elevara y se purificara de sus pasiones.
Ese proceso, denominado catarsis, es la purificación interior que logra el espectador a la vista de las miserias humanas. El fondo común de lo trágico será la lucha contra un destino inexorable, que domina la vida de los mortales; y el conflicto que se abre entre el hombre, el poder, las pasiones y los dioses.
Sus temas, son sin duda grandilocuentes y, aunque no han perdido vigencia, adoptan en nuestros días significados tan desconcertantes que llevaron a Paul Tabori a escribir La historia de la estupidez humana.
Las primeras palabras de la Introducción de La historia... de Tabori, dicen: “Este libro trata de la estupidez, la tontería; la imbecilidad, la incapacidad, la torpeza, la vacuidad, la estrechez de miras, la fatuidad, la idiotez, la locura, el desvarío. Estudia a los estúpidos, los necios, los seres de inteligencia menguada, los de pocas luces, los débiles mentales, los tontos, los bobos, los superficiales; los mentecatos, los novatos y los que chochean; los simples, los desequilibrados, los chiflados, los irresponsables, los embrutecidos. En él nos proponemos presentar una galería de payasos, simplotes, badulaques, papanatas, peleles, zotes, bodoques, pazguatos, zopencos, estólidos, majaderos y energúmenos de ayer y de hoy. Describirá y analizará hechos irracionales, insensatos, absurdos, tontos, mal concebidos, imbéciles... y por ahí adelante. ¿Hay algo más característico de nuestra humanidad que el hecho de que el Tesauro de Roget consagre seis columnas a los sinónimos, verbos, nombres y adjetivos de la estupidez
, mientras la palabra sensatez
apenas ocupa una?”
Hay que decir a Tabori que el poder económico, político, militar, está densamente poblado por el elenco que refiere, y que el pilar sobre el que se mantiene ese poder es el interés del dinero, del capital, que todo lo embrutece. Pero aún embrutecido, no deja de ser poder.
Nunca en la historia el frenesí, la vehemencia, por la posesión individualista de la tecnología y por el consumismo alcanzaron la estúpida sinrazón de preferir sin ningún género de dudas tal posesión, al precio del calentamiento global, del agotamiento del planeta. Baste recordar, como ejemplo, que en 1992, en la Cumbre de la Tierra, en Río de Janeiro, convocada para encontrar los medios de velar por los temas medioambientales, Bush padre obsequió al mundo esta imborrable perla para la historia de la estupidez humana, al decir: Nuestro estilo de vida no es negociable
.
En 1928 Mahatma Gandhi, un ser fuera del mundo del mercado que produce la estupidez referida, dijo Dios nos libre de que algún día India siga el ejemplo de la industrialización occidental
: intuía sin duda que si el mundo se dejaba llevar por la explotación enajenada de los recursos naturales, la humanidad terminaría esclavizada y con un mundo desprovisto de los recursos naturales como si lo hubiera devorado un enjambre de langostas.
A última hora de pasado 18 de junio Alemania y el Banco Central Europeo llegaron a un acuerdo, y aprobaron un segundo rescate
para Grecia. Alemania decía estar definitivamente contra un nuevo rescate para Grecia cuya impericia para la administración pública es proverbial, según la señora Merkel. Este rescate fue detenido ayer lunes, sin duda sólo para volverlo más draconiano para los griegos, sin que ello suponga, a menos a mediano plazo, una vía de salida para su tragedia.
La teoría de los rescates dice que es preciso recobrar la confianza del consumidor, para lo cual es necesario salvar a los bancos alemanes y franceses que, en gran parte, en ello consiste la inmensa deuda soberana
de Grecia. No importa que hayan pasado varias décadas que han probado que la tal confianza no se restablece por esa vía.
Lo llamativo es que, con los rescates a Grecia mediante los cuales otros países europeos piden prestado dinero para prestárselo a Grecia, la UE se aproxima a una especie de Estado que emite bonos europeos, ya que poco a poco los demás países acaban asumiendo los riesgos de Grecia. Todos son Grecia.
Y los estados nacionales europeos han confesado finalmente que quien manda son los banqueros y no el poder político, al emitir un boletín que dice la Unión Europea tendrá que pactar con las principales agencias de calificación –Moody’s, Standard & Poor’s y Fitch– la restructuración suave y voluntaria de la deuda griega, para evitar que su calificación siga cayendo escaleras abajo y que alguna de esas tres firmas considere que la salida pactada es, en realidad, una suspensión de pagos y provoque otro terremoto financiero.
Entretanto, si nada cambia, Estados Unidos, la UE, y ahora que China empieza a acercárseles, se aproximan juntos a otro tsunami financiero.
José Blanco.
La Jornada
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