- Hay que frenar la actividad de los especuladores mediante tasas sobre las transacciones financieras y, si es necesario, estableciendo controles sobre los movimientos de capital especulativo.
- Hay que garantizar financiación a los estados, al menos, en las mismas condiciones en que se financió a la banca privada. Eso debe traducirse, en primer lugar, en la realización de una auditoría independiente de la deuda existente para determinar cuál ha sido impuesta a los pueblos por los terroristas financieros y rechazarla por ilegítima y odiosa. Posteriormente, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea deben ayudar a que cada gobierno establezca planes de pago a medio y largo plazo y suministrarle la financiación adecuada para ello (que, en todo caso, será muy inferior a la concedida casi gratuitamente a los bancos privados que provocaron la crisis).
- Poner fin a la actividad de las agencias de calificación criminales que han mentido y contribuido a crear la situación de perturbación financiera en la que estamos.
En cualquier caso, no se puede olvidar que lo que está pasando es el resultado de otras circunstancias a las que no se está haciendo frente:
- El diseño muy imperfecto de la unión europea y de la zona monetaria, que se hizo para beneficiar exclusivamente a las grandes empresas e intereses financieros y que ha dado lugar a que los países de la periferia y las clases trabajadoras del conjunto de Europa no tengan apenas mecanismos de defensa para mantener su nivel de vida y sus fuentes de ingresos.
- La regulación defectuosa de las finanzas internacionales establecida con el propósito exclusivo de permitir que los poseedores de capital hagan lo que les venga en gana para ganar cada vez más dinero.
- Las políticas económicas que se vienen llevando a cabo que están produciendo un incremento extraordinario de la desigualdad espacial, personal y de género y que es la que genera los capitales con que se llevan a cabo los movimientos especulativos.
- La falta de democracia y de control efectivo de la ciudadanía sobre los gobiernos y las autoridades públicas en general (como el Banco Central Europeo) que permite que todas ellas se hayan hecho cómplices de los grandes financieros y que actúen constantemente al margen de los intereses de la mayoría de la sociedad.
Por lo tanto, es a todos estos problemas a los que hay que dar solución y no solo a los puntuales que está provocando la subida de las primas de riesgo. Si se dejan tal cual están hoy día, la intervención del Banco Central Europeo simplemente modificará la posición desde la que actúan los especuladores pero no evitará ni mucho menos que sigan provocando daños.
Sin afrontar los problemas estructurales a los que acabo de referirme será inevitable que se profundice en la inestabilidad y en el peligro de crisis generalizada porque, por un lado, sin cambiar de políticas se impide que las economía se recuperen; y, por otro, porque sin frenar a los especuladores, el propio Banco Central Europea va a provocar males mayores de los que dice que quiere evitar.
Mientras que las políticas y los gobiernos neoliberales con el Banco Central Europeo a la cabeza ponen a Europa al borde del abismo los ciudadanos europeos no podemos seguir esperando a que las autoridades recobren la cordura: hay que actuar e impedir mediante el debate y la movilización que lleven a Europa a la destrucción y a un conflicto social de consecuencias imprevisibles.
Juan Torres López – Consejo Científico de ATTAC.
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