Cuando los ingresos de un Estado son insuficientes para cubrir sus
gastos (cuando hay déficit) y se necesita resolver el problema de
inmediato, este Estado recurre a vender deuda pública. Esto consiste
sencillamente en emitir títulos a nombre de una persona a cambio de que
esta persona le preste una determinada cantidad de dinero. A esa persona
se le denomina “inversor”
o “especulador”, y mediante este contrato el Estado se compromete a
devolverle el dinero dentro de un plazo acordado sumando además un
porcentaje del mismo en concepto de intereses. Por ejemplo, en el año
2010 un especulador recibe un título del Estado español y a cambio le
presta 1000 euros a un tipo de interés del 1% con fecha de vencimiento
de un año. En 2011 el especulador devolverá el título y el Estado
español le devolverá los 1000 euros más el 1% en concepto de intereses
(10 euros), en total: 1010 euros. El especulador termina con más dinero
del que tenía al principio, y de esta forma se lucra.
Para recordar el nombre de las transacciones es útil tener presente
lo siguiente. Se dice que el Estado “vende deuda pública” porque vende
unos papelitos (los títulos) a cambio de un préstamo. Se dice que el
especulador “compra deuda pública” porque compra esos papelitos (los
títulos) mediante un préstamo.
En nuestro ejemplo hemos supuesto que el especulador compra deuda
pública a cambio de un tipo de interés del 1%. Si hubiera conseguido
realizar la acción a cambio de un tipo de interés mayor, por ejemplo un
2%, entonces el especulador obtendría más dinero al final del período
establecido (1020 euros en lugar de 1010 euros). Cada país vende deuda
pública a un tipo de interés diferente al resto de países. A día de hoy
el estado Español se ve obligado a venderla en torno al 6,3%, el alemán
en torno al 1,4%, el griego en torno al 25,8%, etc (1).
Pero, ¿de qué depende entonces el tipo de interés que tienen los
títulos de deuda pública? Pues fundamentalmente depende del riesgo de la
operación. A mayor riesgo, mayor tipo de interés pedirán los
especuladores, ya que consideran que hay mayor probabilidad de que el
estado en cuestión quiebre y que por lo tanto no les acabe devolviendo
el dinero. De la misma forma, a menor riesgo, menor tipo de interés. Si
los especuladores creen que un estado es solvente y podrá devolver el
dinero que le prestan, entonces pedirán un tipo de interés reducido.
Esto es precisamente lo que ocurre actualmente con Alemania. Los
especuladores piensan que Alemania es un estado solvente y por lo tanto
le prestan dinero “barato” (es decir, a un tipo de interés reducido:
1,4%). Al mismo tiempo esos mismos inversores o especuladores creen que
España tiene probabilidades de tener problemas de solvencia y no pagar
sus deudas, por lo que le prestan dinero a un tipo de interés más
elevado (6,3%). A la diferencia existente entre el tipo de interés que
le piden a Alemania y el que le piden a España se le denomina “prima de
riesgo” (6,3% – 1,4% = 4,9% = 490 puntos básicos (2)).
Cuanto mayor es la prima de riesgo más caro le sale al estado en
cuestión volver a vender deuda pública (más dinero tendría que devolver
finalizados los plazos de vencimiento de las deudas). Y eso puede
convertirse en un problema muy serio porque puede llegar un momento en
el que al estado no le compense pedir prestado a tipos de interés tan
altos. Esto es lo que le ocurrió a Grecia, Irlanda, Portugal e Italia, y
por ello fueron obligados a buscar una financiación diferente de la
mano de la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco
Central Europeo.
Para evitar la tendencia creciente en las primas de riesgo de estos
países existe una fórmula relativamente sencilla de aplicar y que en
absoluto se trata de un mecanismo revolucionario: la emisión de
eurobonos. Consiste en que los países de la Zona Euro dejaran de vender
deuda pública y lo hiciera en su lugar un organismo común a los 17
países poseedores de la moneda común. De esta forma, en vez de tener un
tipo de interés para cada país, se pasaría a tener un solo tipo de
interés que englobara y sintetizara todo el riesgo de la zona euro. La
deuda la venderían conjuntamente los 17 países, y no cada uno por
separado. Se trataría de compensar el elevado riesgo de países como
Grecia con el inexistente riesgo de países como Alemania. El cálculo del
tipo de interés para la deuda común debería ser una especie de promedio
entre todas las actuales. Por ejemplo, teniendo en cuenta que España
tiene un 4,7%, Italia un 5,6%, Irlanda un 5,8%, Portugal un 12,2% y
Grecia un 25,8%, y el resto de países tienen unos tipos de interés no
superiores al 3%; el tipo de interés para los eurobonos podría estar en
torno al 5 o 6%.
Que los países de la Zona Euro emitiesen eurobonos con un 5 o 6% de
rentabilidad tendría diversos efectos. El primero de ellos sería que
países como Grecia o Portugal podrían financiarse de una forma mucho más
barata que la actual, lo que aliviaría muchísimo su situación
económica. El segundo de los efectos sería que países más sólidos como
Alemania, Países Bajos o Francia pasarían a financiarse de una forma
mucho más cara que la actual. A efectos prácticos, estos países estarían
soportando parte de los costes financieros que hoy día soportan los
países periféricos. Por eso se comenta que la emisión de los eurobonos
sería un mecanismo de solidaridad entre los países de la zona. Y
precisamente por eso estos países son los que más se oponen a esta
medida, en especial Alemania de la mano de Angela Merkel. El tercer
efecto y no por ello menos importante es que se le cerrarían las puertas
a los grandes movimientos especulativos. No es lo mismo especular con
un país pequeño como Grecia que hacerlo con los fondos de todos los
países de la Eurozona. Los especuladores no tendrían ya el aliciente de
atacar al país más débil o menos creíble, por lo que sus acciones se
verían notablemente reducidas, y con ellas la presión a la que están
sometidos ciertos países.
Uno podría pensar que la emisión de los eurobonos sería una respuesta
injusta a la crisis de deuda pública que asola la Eurozona, en tanto en
cuanto Alemania tendría que cargar sobre sus espaldas la mayoría del
coste que actualmente tienen los países de la periferia. Pero esta
apreciación podría cambiar si se tuviese en cuenta que la moneda común beneficia especialmente a Alemania
en detrimento de los mismos países que actualmente tienen problemas de
financiación. Y este efecto no es nuevo, sino que se viene dando desde
la creación del euro en 2002. Visto de esta forma, la emisión de
eurobonos sería una herramienta moderada y solidaria para corregir en
cierta manera los desequilibrios financieros y económicos que se vienen
produciendo desde la creación del euro y cuya resolución nunca ha sido
contemplada por el desastroso diseño de la Unión Europea.
En otras palabras, emitir eurobonos sería hacer justicia en la medida
en que Alemania estaría pagando parte del daño que la moneda común les
ha estado provocando a los países de la periferia a costa de su propio
beneficio. Emitir eurobonos sería una forma de saldar la deuda que tiene
Alemania con los países periféricos.
(1) Estamos fijándonos en los bonos con plazo de vencimiento a 10
años, que es el tipo de renta fija utilizada para calcular la prima de
riesgo.
(2) A fecha 25 de mayo de 2012
Eduardo Garzón
Saque de Esquina