Hace diez años se reunió por primera vez en Florencia el Foro Social
Europeo, y ha vuelto a hacerlo, en un contexto de grave crisis como el
actual, durante el fin de semana pasado. Coincidiendo con esta
convocatoria, se han encontrado también en Florencia diferentes redes de
economistas críticos de toda Europa que desean participar activamente
en el debate público a favor de un cambio en la orientación de las
políticas económicas.
Pero no es sólo Florencia. Por ejemplo, después de tres días de
intensa y documentada discusión en Galway (Irlanda), un grupo
internacional de economistas críticos, muchos de ellos muy conocidos,
elaboró una declaración concisa y sólida, que es el texto que se
reproduce en este artículo. Partiendo del evidente fracaso de las
políticas de austeridad, del cual los economistas críticos han sido
profetas, el documento propone un cambio del órden de prioridades de la
política ecnómica europea: el crecimiento del empleo es el objetivo
prioritario, que se debe conseguir con una adecuada política fiscal y
distributiva que sostenga la demanda agregada; la política monetaria
debe estar subordinada a la fiscal, asegurando tipos de intereses
mínimos. A diferencia del OMT propuesto por Draghi –el programa de
intervención del BCE condicionado a la aplicación de medidas de
austeridad- proponemos una condicionalidad invertida: debe garantizarse
la intervención del BCE para los países que se comprometan con políticas
anti–austeridad, que son aquellas que conjugan el crecimiento con la
estabilización de las cuentas públicas. Por tanto, no se trata de ningún
aventurismo, sino una “condicionalidad Keynesiana”: los países se
comprometen a lograr la estabilidad de la deuda, pero a través de
políticas fiscales expansivas apoyadas por el BCE. Y no se provocará
tampoco inflación, dada la amplia capacidad productiva inutilizada. El
aventurismo, ciego y cínico, es el de la austeridad y sus paladines,
nacionales y europeos.
Es fundamental que estos razonamientos sean conocidos y que se
transformen en instrumentos de lucha política. Una iniciativa
significativa en este sentido tendrá lugar en Madrid, organizada por un
grupo de economistas críticos (http://econonuestra.org/) el 22 y 23 de
noviembre, con el apoyo de movimientos sociales y asociaciones
estudiantiles españolas, portugueses, griegas, e italianas, como LINK y
UDS (los documentos del encuentro y el programa pueden consultarse en
www.economy4youth.com). Estarán presentes economistas de los cuatros
países involucrados, incluido un diputado de Syriza, y tendré el placer
de abrir el encuentro.
Una visión alternativa de la Crisis en la Eurozona
De acuerdo con el diagnóstico más ortodoxo, la crisis en la Eurozona
se reduce a una crisis fiscal causada por un excesivo gasto público y
una brecha de competitividad entre el Norte y el Sur. Y la solución que
se propone desde este punto de vista es eliminar estas diferencias de
competitividad a través de una supuesta “austeridad fiscal expansiva” y
de reducciones salariales. Sin embargo, hasta el propio FMI admite ya
que esta vía es un callejón sin salida.
En nuestra opinión, la raíz de la crisis del Euro se encuentra tanto
en la inadecuada configuración institucional de la Eurozona, que no
dispone de un auténtico prestamista de última instancia ni de políticas
fiscales y salariales suficientemente coordinadas, como en las
consecuencias de la actuación de un mercado financiero internacional con
excesiva liquidez y poco regulado, que se mostró dispuesto en el pasado
a financiar cualquier desequilibrio, sin importar su sostenibilidad.
En Europa se han desarrollado dos modelos de crecimiento mutuamente
dependientes. El modelo de crecimiento mercantilista del Norte, liderado
por las exportaciones, no hubiera podido sostenerse sin un modelo
liderado por el endeudamiento (señalémoslo, fácil de financiar) en el
Sur, que tenía como consecuencia la acumulación de déficits comerciales y
deuda pública y, sobre todo, privada. Como secuela de la crisis
financiera, de hecho, la deuda privada se ha convertido en deuda
soberana. Después, las políticas de austeridad impuestas han aumentado
el paro hasta un nivel socialmente inaceptable. Si se mantienen, estas
políticas llevarán a una depresión económica prolongada y a todavía más
descontento social.
Las instituciones europeas no han sido ni son capaces de resolver
estos desequilibrios estructurales de un modo adecuado. El desempleo
masivo y la privación social que resultan de las políticas de austeridad
amenazan la supervivencia de la democracia en la Unión Europea.
Perspectivas alternativas
Partiendo de este diagnóstico alternativo, estamos
convencidos de que Europa debe revertir la actual orientación de sus
políticas de austeridad. Esto requiere un profundo cambio institucional y
político.
En términos de política monetaria, creemos que el BCE debería actuar
como un prestamista de última instancia creíble para aliviar la crisis
de deuda soberana. Un paso adicional es la regulación estricta de los
mercados financieros, siendo necesario separar banca de inversiones de
banca comercial.
En términos de política fiscal, el nexo entre el BCE y la
condicionalidad fiscal debería transformarse radicalmente. La política
monetaria debería apoyar y acomodar reglas fiscales progresivas
orientadas claramente hacia la creación de empleo y el crecimiento. El
déficit fiscal sólo puede reducirse en una economía que crece.
Estas políticas de estímulo al crecimiento son consistentes con la
estabilización a largo plazo de la relación Deuda/PIB y, en la situación
actual de paro masivo, estas políticas no suponen ningún riesgo
significativo de inflación.
Creemos también que el ajuste necesario debe ser apoyado mediante una
política de mayores salarios que estimule el consumo, empezando por los
países con superávit (como Alemania) donde las políticas anteriores de
restricción salarial han contribuido considerablemente a las crecientes
desigualdades en la distribución del ingreso y a los desequilibrios por
cuenta corriente en la Eurozona.
Si el Ministro Federal de Finanzas alemán cree en lo que dice, que
ningún país puede vivir siempre por encima de sus posibilidades,
entonces debe tener igualmente claro que ningún país puede vivir
indefinidamente por debajo de sus posibilidades. Esto implica que una
parte importante de la solución debe ser un cambio en la política
salarial en Alemania.
Debe quedar claro que la prosperidad conjunta de los países de la
Eurozona y de sus ciudadanos a través de la expansión de la demanda, y
no la contracción de la demanda a través de la consolidación fiscal en
beneficio de las altas finanzas, es la condición indispensable para la
viabilidad política del proyecto Euro. Debemos tener la honestidad
intelectual y el coraje de actuar en consecuencia.
Sergio Cesaratto
Catedrático de Política Económica, Universidad de Siena, Italia*
Catedrático de Política Económica, Universidad de Siena, Italia*
*La declaración a la que hace referencia este artículo ha sido
firmada también por Amit Bhaduri (India), Thomas Boylan (Irlanda), Nadia
Garbellini (Italia), Torsten Niechoj (Alemania), Gabriel Palma (Reino
Unido), Srinivas Raghavendra (Irlanda), Rune Skarstein (Noruega),
Herbert Walther (Austria) y Ariel L. Wirkierman (Italia).
Público.es
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