domingo, 5 de febrero de 2012

El chantaje de la deuda en Europa

Los discursos hegemónicos sobre la crisis y su salida nos sitúan en un solo escenario de sacrificio y temor paralizante. La cobertura mediática sobre las turbulencias financieras en la UE es un buen ejemplo. Pero crisis significa también cambio y redefinición de lo existente, al menos como posibilidad. Para ello necesitamos otras miradas de la situación, para un análisis colectivo propio, desde la perspectiva de los movimientos sociales de base. Aportamos una reflexión sobre el euro y la Eurozona, hoy.

La mayoría de los países desarrollados, dentro y fuera de Europa, habían visto aumentar su endeudamiento antes del estallido de la crisis como consecuencia de la fiscalidad neoliberal.

Pero la crisis agravó el problema del déficit público por el descenso de la recaudación fiscal y el aumento del gasto.

Los países periféricos de la zona euro sufrieron de forma especial el problema porque su estructura fiscal –basada en gran parte en la imposición indirecta– era mucho más vulnerable ante el descenso de la actividad económica, a pesar de que en algunos casos –como Irlanda y España– presentaban presupuestos equilibrados al comienzo de la crisis.

A lo largo de los años 2009 y 2010, el déficit y el endeudamiento aumentaron de forma imparable dentro de estos países y empezaron a crecer las dificultades para colocar su deuda en los mercados financieros.

Ello no fue consecuencia, tan solo, de su excesivo endeudamiento. En algunos casos –como España– el ratio de la deuda sobre el PIB era –y sigue siendo aun hoy– menor que en alguno de los países considerados ‘solventes’ de la zona euro –particularmente, Alemania y Francia– y está muy por debajo del que tienen algunas economías que han conservado su soberanía monetaria, como Japón, Gran Bretaña y EE UU, que, a pesar de ello, no han tenido dificultades para colocar sus emisiones de deuda a tipos de interés relativamente moderados en comparación con los que pagan los países periféricos de la zona euro.

El motivo por el cual el endeudamiento público se ha convertido en el problema fundamental de la crisis económico-financiera dentro de la zona euro ha sido la conjunción de dos factores. Por un lado, el factor objetivo: la pésima arquitectura del sistema monetario europeo, destinada exclusivamente a crear un paraíso para la especulación financiera y que ni siquiera garantiza la supervivencia futura de la unión monetaria como un espacio económico unificado.

Los Estados de la zona euro deben hacer frente a una profunda crisis económica sin moneda propia y solo pueden modificar su relación real de intercambio mediante costosos y lentos ajustes del nivel general de precios. Pero, por encima de todo, carecen de capacidad para garantizar sus pagos mediante la emisión de nuevo dinero.

Pero los Estados de la zona euro no solo carecen de soberanía monetaria: carecen también de la garantía y la protección de un Estado supranacional con soberanía. Es el peor de los escenarios posibles para las finanzas públicas: los Estados de la zona euro son las regiones de un Estado que no existe.

Los intentos de hacer frente al problema de la deuda en Europa mediante fondos de estabilidad y rescate han fracasado estrepitosamente y han demostrado su completa inutilidad.

No han servido, ni tan siquiera, para evitar la restructuración de la deuda griega, el más pequeño de los países afectados por la crisis de la deuda. Y resulta imposible imaginar el tamaño del fondo que sería necesario para rescatar a países como España o Italia ante un agravamiento de su crisis financiera.

Los Estados de la zona euro no solo carecen de soberanía monetaria: carecen de la garantía y la protección de un Estado supranacional

Ante este panorama catastrófico para el euro y las finanzas europeas, la única política defendida hasta ahora por las élites dirigentes del capitalismo europeo ha sido la reducción del déficit mediante los llamados Planes de Austeridad. Esto nos conduce directamente al segundo factor, imprescindible, para explicar la crisis de la deuda europea.

Una crisis muy rentable
El segundo factor es el subjetivo: como dijo un alto cargo de la administración Obama: “Una crisis es una oportunidad demasiado buena para dejarla pasar”.

Los intentos de hacer frente al problema de la deuda en Europa vía fondos de estabilidad y rescate han fracasado, demostrando su inutilidad

Así lo ha entendido, exactamente, la oligarquía financiera europea: la crisis de la deuda no es solo un grave problema que pone en riesgo la supervivencia de la moneda única, es también la gran ocasión para poner en práctica todo aquello con lo que siempre habían soñado: el desmantelamiento del Estado del Bienestar en la Unión Europea, reduciendo sus prestaciones al nivel de la beneficencia para indigentes.

El empleo público deberá ser privatizado y externalizado, al igual que cualquier actividad del Estado o servicio público susceptible de producir beneficios. Y todos los salarios, públicos y privados, deberán ser reducidos para aumentar la ‘competitividad’ de la economía; lo cual se conseguirá mediante reformas laborales que privarán a los trabajadores de los derechos conseguidos mediante la lucha y el sacrificio de muchos años.

Es evidente que esta política de reducción del gasto deprimirá la demanda interior y toda la actividad económica. Y el resultado económico de los planes de austeridad será una depresión económica profunda y el efecto sobre el bienestar social será desastroso. Ya lo estamos viendo. Como también es claro, y la evidencia lo está demostrando, que la mayor parte de la reducción del gasto será devorada por la reducción de ingresos fiscales como consecuencia de la depresión. Por lo tanto, la reducción del déficit será dudosa. Y, en ausencia de la garantía de un banco emisor, tampoco servirá para solucionar el problema de la deuda soberana.

Esclavitud
La ciudadanía se resistirá a aceptar esta nueva forma de esclavitud económica, impuesta por la oligarquía financiera europea. Pero aquí entra en escena un instrumento adicional: el chantaje y el terror ejercidos sobre la población a través del miedo al endeudamiento catastrófico y la quiebra del Estado.

La crisis de la deuda europea no es el producto exclusivo de una conspiración, pero sería inexplicable sin la existencia de una voluntad política deliberada que pretende utilizarla como una nueva forma de chantaje y terrorismo económico al servicio de las políticas más conservadoras.

El miedo y el estado de shock, utilizados de forma tan eficiente en anteriores ocasiones, vuelven a ser, una vez más, las herramientas perfectas para paralizar a la población ante esta guerra de clases generalizada que ha emprendido la oligarquía europea en contra de los asalariados.

Los acuerdos impuestos por Alemania en la reunión del 9 de diciembre pasado son una declaración de guerra social en toda regla contra los asalariados europeos, pero también representan una apuesta muy arriesgada por parte de la élite financiera europea. Sabe que la supervivencia del euro y el sistema monetario europeo es vital para sus proyectos económicos de futuro, y sabe también que el problema de la deuda soberana europea es insoluble a medio y largo plazo sin redefinir el papel del Banco Central Europeo.

Es evidente que el resultado de los planes de austeridad será una depresión económica y el efecto sobre el bienestar social será desastroso

Pero ha renunciado a hacerlo, al menos por ahora, porque ello le privaría de la herramienta para sus planes de austeridad y esclavitud económica: el chantaje de la deuda soberana, la nueva arma utilizada en la lucha de clases para la destrucción masiva de los derechos sociales.

Jesús Rodríguez Barrio. Profesor de Análisis Económico en la UNED.
Diagonal

No hay comentarios: