Hay una tendencia
creciente de desconfianza y rechazo de la opinión europea hacia la forma
en que se ha manejado la crisis del euro, en apariencia interminable.
Se manifiesta desde la aguerrida resistencia a la austeridad en las
calles de Madrid o Atenas hasta el vigoroso debate de ideas acerca de
otras opciones, que rebasa con mucho los marcos estrechos de las
cuestiones monetarias y financieras. En agudo contraste, las decisiones y
acciones formales de autoridades e instituciones de la eurozona y sus
integrantes siguen orientadas a responder a cuestiones que parecen de
plazo cada vez más corto y alcance más y más limitado. Quizá tal resulte
ser también el caso del conjunto de decisiones adoptadas el 6 de
septiembre por el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo –con una
etiqueta novedosa: transacciones monetarias directas– a propuesta de su
presidente, Mario Draghi, visto ahora –excepto en Alemania, por
supuesto– como el eurohéroe.
Se discute, como se sabe, dotar al MEE de un estatus similar al de las instituciones bancarias, que le permitiría obtener créditos del BCE e incluso emitir bonos que servirían como garantía colateral de los créditos que recibiera del banco. Se evitaría así que los países comprometiesen directamente mayores recursos para el MEE, evitando los engorrosos requisitos nacionales de autorización, que han entorpecido y demorado anteriores ampliaciones. La idea, hasta ahora, no ha sido aprobada por Alemania, que tampoco coincide con un instrumento alternativo, favorecido por el BCE: la adquisición por el BCE de bonos soberanos emitidos por los países europeos endeudados para abatir el costo de sus créditos. A principios de septiembre parecía haberse llegado, otra vez, a un callejón sin salida.
Por ello fue muy tenso el ambiente para la reunión del Consejo de Gobierno del BCE el 6 de septiembre, alrededor de la cual se había creado una gigantesca expectativa. Tras los desencuentros entre los líderes políticos –manifiestos o disimulados– se entronizó al presidente del BCE como la figura que puede tener la clave para desterrar la incertidumbre y encontrar una salida a la crisis del euro, en otras palabras, como el menos inverosímil de los posibles eurohéroes.
Al término de la reunión del consejo, Draghi anunció las modalidades de una novedosa forma de operación del BCE: las transacciones monetarias directas (TMD) en los mercados secundarios de bonos soberanos de la zona del euro. (El portal del banco –ecb.int– ofrece la documentación del caso.) Resultó evidente que la adopción de sus principales modalidades o características obedeció a propósitos específicos o, en otras palabras, a la necesidad de complacer o responder a las preocupaciones de destinatarios determinados.
Cuatro instancias:
1. Como se trataba de imbuir confianza en los mercados
financieros y, en lo inmediato, abatir el costo del endeudamiento de los
países más afectados de la eurozona, se decidió no establecer límites
cuantitativos ex ante a los montos de bonos soberanos que el BCE podrá adquirir a través de las TMD, si bien se preferirán los instrumentos
con vencimiento de uno a tres años. El BCE, se señaló en las primeras apreciaciones, tiene
bolsillos muy profundosporque puede crear, vía emisión de moneda, todos los recursos que resulten necesarios.
2. Para satisfacer los temores de que las TMD relajen las disciplinas
exigidas a los emisores de deuda soberana y sus compromisos en materia
de consolidación fiscal, es decir, de austeridad y ajuste recesivo, se
les sujetó a
una condicionalidad estricta y efectiva, diseñada y supervisada por las autoridades europeas y reforzada por el FMI; la continuidad de las TMD dependerá del cumplimiento de esa condicionalidad y el Consejo de Gobierno del BCE decidirá libremente sobre su inicio, mantenimiento o suspensión, sin apenas escuchar la posición de los países implicados.
3. Para evitar objeciones de las instituciones financieras privadas,
el BCE renunció a su privilegio de acreedor preferente, aceptando
igualdad de trato con acreedores privados respecto de las obligaciones
derivadas de las TMD.
4. Asimismo, para eliminar todo riesgo de generar presiones
inflacionarias y evitar una oposición más extremada del Bundesbank, se
anunció que
la liquidez creada a través de las TMD será completamente esterilizada.
En la conferencia de prensa de 6 de septiembre, Draghi subrayó que
las TMD permitirán hacer frente a las severas distorsiones que se
advierten en los mercados de bonos gubernamentales, derivadas, entre
otras causas, de los temores de algunos inversionistas sobre la
reversibilidad del euro. Agregó:
Actuamos dentro de los límites estrictos de nuestro mandato de mantener la estabilidad de precios a mediano plazo; actuamos de manera independiente en la determinación de la política monetaria; el euro es irreversible. El eurohéroe del momento respondió así a quienes lo acusaron de abandonar o rebasar el mandato del banco; de aceptar los dictados de algunos gobiernos, en especial el de Alemania, y de no hacer lo necesario, como había prometido, para defender la moneda única.
Los mercados tuvieron una reacción inmediata positiva. Diversos
analistas subrayaron algunas falencias del nuevo instrumento. Si buen
puede contribuir a abatir los costos de las futuras emisiones de deuda
de corto plazo de los países más afectados de la zona del euro, debido a
la estricta condicionalidad que impone, supondrá restricciones
adicionales a la actividad económica en momentos en que la eurozona se
encuentra ya, de hecho, en recesión.
En no pocos análisis y comentarios se estima que, más temprano que
tarde, las TMD se sumarán a la gama de instrumentos fallidos con los que
se ha querido responder, sin éxito, a la crisis del euro.
Jorge Eduardo Navarrete
La Jornada
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