Alemania ha crecido en
macrocifras por la exportación, pero ese crecimiento no ha beneficiado a la
ciudadanía. Ni siquiera a la clase media: cinco millones de alemanes ya no
pertenecen a ella por vivir peor.
Tras meses de penoso espectáculo
de indecisión y desunión, los países de la eurozona han alcanzado un acuerdo
para presuntamente afrontar la crisis de la deuda, los ataques especulativos y
la inestabilidad financiera. Llega con retraso y está por ver cómo se concreta.
Y si es el necesario.
Los bancos europeos renuncian a
la mitad de la deuda griega para asegurar que cobraran la otra mitad; por
contra, habrá recapitalización de la banca (70 bancos europeos necesitan
106.000 millones de euros) y el fondo de rescate se aumenta hasta el billón de
euros. Como en la ruleta, la banca siempre gana.
¿Respuesta a la crisis,
estancamiento, amenaza de recesión? No. Porque la Unión Europea no
está nada unida y se empecina en una desastrosa política neoliberal que no ha
dado ninguno de los frutos esperados. La vieja Europa se tambalea, no levanta
cabeza. Incluso Alemania sufre; la ciudadanía, claro, no la minoría rica.
Alemania ha crecido en
macrocifras por la exportación, pero ese crecimiento no ha beneficiado a la
ciudadanía. Ni siquiera a la clase media: cinco millones de alemanes ya no
pertenecen a ella por vivir peor.
Los salarios alemanes no han
aumentado como la riqueza generada, es más, se han congelado y ha crecido el
trabajo precario (22% de empleos), mientras el número de parados ha oscilado
entre 3 y 5 millones (12%), según coyunturas temporales concretas. Pero esas
cifras no incluyen a mayores de 58 años sin empleo, tampoco a parados en cursos
de formación ni a desempleados que recurren a agencias privadas para buscar
trabajo. Hay bastantes más parados.
Es más, un informe reciente de la ONU advierte que aumenta la
brecha social en Alemania. En los últimos años la pobreza ha aumentado del 6 al
13% de la población; unas 600.000 personas son indigentes completos en tanto
que 20.000 de ellas viven materialmente en la calle. Y ha aumentado la
desigualdad. Hace 25 años, los directivos de grandes empresas ganaban 14 veces
más que sus empleados, pero hoy ganan 44 veces más, mientras el 1% de población
posee la cuarta parte de la riqueza.
Alemania es un desastroso
escenario neoliberal con todas sus consecuencias. Como neoliberal es la Comisión Europea
que reclama más recortes a Italia y España para reducir el gasto público,
mientras en Francia, Sarkozy perpetra otro plan contra el déficit. Y podríamos
seguir con la lista de calamidades en el resto de la Unión.
En España, por ejemplo, casi el
22% de hogares cae en la pobreza, cuando en 2009 eran un 19,5%. Hoy, el 36% de
familias no puede afrontar gastos imprevistos, un 26% a duras penas llega a fin
de mes y los salarios son cada vez más bajos; un 4,4% menos respecto al año
anterior. Cáritas ha alertado de que la pobreza se hace crónica en España; se
ha multiplicado el número de personas que pide ayuda. En 2007 eran 400.000,
pero en 2010 ya fue casi un millón.
Son los frutos de la austeridad y
de la respuesta neoliberal a la crisis, mientras la patronal, inaccesible al
desaliento, insiste en que se supriman algunos impuestos, se rebajen otros y se
desmantele la educación pública a favor de la privada (aunque no lo piden tan
claramente). Se ha llegado a declarar que instalaciones hospitalarias
pendientes de ser operativas se abrirían cuando se “pudieran permitir el lujo
de abrirlas”. ¿El derecho a la salud un lujo? Puro neoliberalismo e injusticia.
¿Cual es la razón de tanta
sinrazón? Antón Costas asegura que “con la economía británica en caída libre
por la innecesaria austeridad de David Cameron o lo que ocurre con la economía
alemana, afirmar que la austeridad es expansiva es como creer en los cuentos de
hadas”. Y acusa a los mandatarios europeos de gobernar “por consideraciones
ideológicas, no por análisis económicos serio de las consecuencias de la
austeridad sobre la economía”.
El principal obstáculo para
enfrentar la crisis es la política neoliberal del neurótico control del
déficit, descontrol financiero, utilización de la deuda para recortar derechos,
mantenimiento del secreto bancario y primacía de lo privado sobre lo público. Y
así no se sale de la crisis. Ni de ésta ni de ninguna otra.
Xavier Caño Tamayo
Analítica.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario