Llego a Europa. Leo los diarios. Escucho reportajes a políticos.
Visito universidades para oír a los pensadores actuales. No puedo
comprender. Esta Europa de hoy, ¿no aprendió nada? Es la primera
pregunta que nadie me sabe responder. Sólo la sonrisa irónica como
respuesta, o el mover los hombros en el “qué sé yo”. Quisiera reunir ya a
los grandes economistas de la historia que por supuesto no me
aclararían nada o tratarían de explicar lo inexplicable. Estoy en
Alemania. Soñé anoche que lograba reunir a diez de sus más grandes
filósofos para que me explicaran el porqué del HOY. Vinieron todos:
Kant, Schopenhauer, Hegel, Nietzsche, Marx, Adorno, Jaspers, Leibnitz,
Husserl y Habermas. Por supuesto, Freud no vino.
Comencé con Kant, a quien lo invité a caminar por el bosque. Le
pregunté casi en tono de reproche cómo él había pensado en lograr la Paz
Eterna. Llevaba en mi bolsillo un montón de recortes de diarios de los
últimos días. Comencé con este título: “Más tanques de guerra alemanes
para el reino de Arabia Saudita”. “Se está hablando de la venta de entre
600 y 800 tanques Leopard II alemanes. Los árabes prefieren el tanque
alemán al norteamericano M1 Abrams.” Le digo a Kant: ¿Cómo Alemania,
luego de la terrible experiencia de la última guerra donde murieron
millones de seres humanos y sus ciudades fueron destruidas, puede vender
armas a un Estado como Arabia Saudita que no es democrático y no
respeta los derechos humanos, además de haber aplastado en el 2011 el
movimiento democrático de Bahrein? Kant guarda silencio. “Al mismo
tiempo –le digo, y le leo la noticia–, Alemania vende desde hace años
submarinos a Israel. Submarinos con cabezas explosivas atómicas.” El
silencio continúa. Tomo otra información, del 5 de junio de este año:
“Alemania es el tercer país exportador de armas”. Exporta el 11 por
ciento de la venta total en el mundo, después de Estados Unidos (30 por
ciento) y de Rusia (23 por ciento). Y ahora viene la sorpresa que puede
deprimir al más optimista de los seres humanos: el principal país que
compra armas alemanas es Grecia, con el 15 por ciento del total. Grecia,
el país más pobre de Europa, con millones de desocupados y en una
crisis económica sin regreso. Fantasías de la realidad.
Lo miro a Kant, quien sigue en silencio. Luego tomo otros recortes
de diarios recientes: “En Estados Unidos se suicidan por día en promedio
18 ex soldados que regresan de la guerra en Irak y en Afganistán”.
Dieciocho vidas por día. Toda una lección. También ocurrió eso con gran
cantidad de soldados argentinos que volvieron de Malvinas, le agrego.
Sigo leyendo la crónica de los soldados estadounidenses que regresan de
Irak y de Afganistán: “Cada año se calcula que se suicidan 6500 soldados
que regresan de esas guerras. Por cada uno que muere en los campos de
batalla mueren 25 en sus casas, al regresar. Acaba de ocurrir en
California que un veterano que regresó se ahorcó delante del edificio de
oficinas de atención de ex soldados”. Pero estas enseñanzas no alcanzan
–continúo diciendo a Kant–, no, ahora entró la moda de la mujer
soldado. Es decir, al ser que trae la vida se lo educa para matar, se le
pone uniforme como a los hombres y se les hace marcar el paso y
aprender a apretar el gatillo. El 11 de junio de este año los diarios
alemanes publicaron esta noticia: “Ejército con muy pocas damas” (título
del diario Frankfurter Rundschau). “El inspector general del Ejército
Federal de Alemania quiere duplicar el número de mujeres militares, del 9
al 18 por ciento.” Pero el general Wieker no está del todo conforme, ya
que de las 18.000 soldados mujeres, sólo 3400 pertenecen al sector en
el que son preparadas para ir al frente de combate. El citado general ha
dicho que las soldados mujeres necesitan mucha más experiencia de tropa
del frente.
Pobre Kant, pienso. La Paz Eterna y el ser humano ha llegado al
extremo de querer educar a la mujer como militar. Claro, los estudios
señalan que los soldados varones califican de malo el rendimiento de las
mujeres militares, aunque los exámenes realizados demuestran que las
mujeres militares obtienen mejores notas en lo que respecta a sus
cualidades intelectuales y en cuanto al cuidado y preparación de sus
cuerpos. Bueno, tal vez tengan futuro militar.
Aquí me detengo y pienso con nostalgia en las luchas de las mujeres
por su verdadera liberación. Y las veo con un futuro con uniforme. Sí,
por qué no, pero sueño en soldados de la paz, que en los desfiles y las
marchas lleven flores en los caños de los fusiles en vez de balas. Y que
los grupos feministas del mundo marchen todos los años a las fronteras y
en vez de barreras allí planten flores.
Pero hay seres humanos que no se rinden. Los mismos diarios que
trajeron las notas guerreras el 19 de junio recordaron la figura de Carl
Friedrich von Weizsä-cker, el sabio que fue uno de los que ayudó a
descubrir la energía atómica y que luego se convirtió en un emisario de
la paz en el mundo. Cuando vio los resultados de sus estudios se dio
cuenta de que sólo la paz eterna –aquella de Kant– podría salvar al
mundo y desde ese momento fue uno de los filósofos más jugados en cuanto
a la defensa de la paz en el mundo. Su figura fue resaltada en los
últimos días porque se cumplieron los cien años de su nacimiento.
El lector ese día no comprendió al mundo: dos hojas de los diarios
para recordar la figura de Carl Friedrich von Weizsäcker y tres hojas
para reflejar los grandes negocios de la venta de armas.
Me detengo. Lo miro a Kant en nuestro paseo por el bosque. En mi
mirada hay algo inquisitivo. El porqué de todo esto. Ahí está la
pregunta: ¿Es que nada tiene solución? Kant me responde: ya que lo has
nombrado te traigo una respuesta que dio Von Weizsäcker ante la misma
pregunta: “Cuando un joven me dice que nada se puede lograr, le
respondo: no es así, la rana saltarina que cae en un frasco con leche
comienza a saltar y de tanto pegar saltos, la leche se convierte en
manteca”.
Hemos dejado el bosque y de pronto se abre una llanura muy seca, sin
hierbas. Kant me toma de la mano y me lleva: de pronto ahí ha crecido
un rosal, pleno de flores. Kant acaricia la flor, me sonríe y se va.
Vuelvo a la reunión de filósofos. Les hablo de la Europa actual. La
desocupación, la amargura, el euro, el “ajuste” capitalista, el aumento
para la edad de jubilarse, más impuestos. Y le leo la lista oficial de
los “ejecutivos” que ganan más en Europa. El que más gana es el manager
de la fábrica de automóviles alemana Volkswagen, Martin Winterkorn, nada
menos que 17,7 millones de euros al año; luego le siguen: Vittorio
Colao (Vodafone), 14,2 millones; José Jiménez (Novartis), 12,6 millones;
Bob Dudley (BP), 11,1; Alfredo Abad (Banco Santander), 10,2; Andrew
Witty (GlaxoSmithKline), 9,58; Josef Ackermann (Deutsche Bank), 9,35;
Peter Voser (Shell), 9,33; Peter Walsh (Diageo), 8,9; y Dieter Zetsche
(Daimler), 8,6 millones. Un continente democrático. Con millones de
desocupados, en especial los jóvenes.
Les leo la lista a los filósofos. Se levantan en silencio. Marx
apenas murmura: “A pesar de todo, no me equivoqué”. Nietzsche pega una
carcajada. Quedo mirando mis manos vacías. El pueblo griego –aquel que
tuvo a Sócrates, Platón y Aristóteles–... acaba de votar a la derecha.
Osvaldo Bayer
Desde Bonn, Alemania
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