El chascarrillo es conocido entre los funcionarios de la
Unión Europea (UE) o la ONU. "Cuando llegue la tercera guerra mundial y
se disparen las armas atómicas, en la Tierra sólo habrán sobrevivido dos
especies, las más resistentes: las cucarachas y las instituciones internacionales".
Un ejemplo de este axioma indiscutible es la permanencia desde 1954 de la Unión Europea Occidental
(UEO), una organización de defensa europea contra la Unión Soviética
que se mantuvo en funcionamiento hasta junio de este mismo año, para
sorpresa incluso de muchos diplomáticos de la UE. Pese a que sus
funciones fueron asumidas hace décadas por la OTAN y la UE, sus decenas
de funcionarios y su presupuesto millonario sobrevivieron al final del
comunismo, al inicio de la globalización y a las recepciones de
mandatarios rusos en Bruselas con todo tipo de honores.
Hoy, la
zona del euro se enfrenta a su peor crisis desde la llegada de la moneda
única, mientras el tándem formado por el presidente francés, Nicolas
Sarkozy, y la canciller alemana, Angela Merkel, diseñan una nueva arquitectura para Europa.
01- Fin de un sueño. La crisis versus el euro
Nadie apuesta ya por un futuro tan estable para el euro. La moneda que en cuatro semanas cumplirá una década en los bolsillos de los europeos prepara la efeméride con un combate a vida o muerte que le enfrenta a la especulación y sus propias flaquezas.
La
ruptura de la unión monetaria es ya un tema de conversación habitual
por las fuertes tensiones entre los países que la componen. En la última
cumbre del G-20, en Cannes, Angela Merkel y Nicolas Sarkozy amenazaron con expulsar a Grecia
por el anuncio de un referéndum sobre su programa de rescate. Fue la
primera señal inequívoca de que tras 50 años de construcción europea
existe la marcha atrás.
La reunión de países industrializados y
emergentes tuvo lugar hace exactamente un mes y desde entonces la
eurozona no se ha despegado del azote de la especulación. La deuda
pública de Italia y España está todavía sometida a una gran presión por
parte de los mercados, que huyen de la nula rentabilidad de Alemania y amenazan con retirar el sobresaliente a la solvencia francesa.
02-Las causas. Interconexiones
En
realidad, hasta ahora el euro poco o nada tiene que envidiarle a la
longevidad de la extinta UEO. Desde que fue creado, su arquitectura
institucional sirvió a la perfección a los fines previstos. "Tengo que
decir que estoy muy orgulloso", confesó Jean-Claude Trichet en su última
reunión al frente del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo
(BCE), en octubre. "Respetamos a la perfección lo que los ciudadanos de
Europa pidieron de nosotros: garantizar la estabilidad de precios. ¿La
hemos garantizado? ¡Sí! Para los 332 millones de habitantes [del euro]",
incluidos los alemanes, recordó.
Sería difícil que su
descripción fuese más ajustada a la encomienda. Según reconocen hoy
todos los economistas, el euro es un éxito en sus funciones previstas,
pero fue desastrosamente diseñado al permitir de facto una interconexión
económica entre países (a través de su moneda) y al mismo tiempo que
cada país hiciese lo que quisiese con su política presupuestaria y sus
deudas.
"Estoy seguro de que el euro nos obligará a introducir
un nuevo conjunto de instrumentos de política económica. Ahora es
imposible proponerlo, pero algún día habrá una crisis y se crearán
nuevos instrumentos". Son palabras de Romano Prodi, ex presidente de la
Comisión Europea, en diciembre de 2001.
03- Costes en caso de ruptura. Líderes, hagan su apuesta
La
porra sobre la factura del fin del euro está abierta. Según el actual
presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, una
escisión del euro sacrificaría el 50% del PIB y en países como Alemania
destruiría un millón de puestos de trabajo. "La desaparición del euro
tendría consecuencias dramáticas para los franceses", clamó el jueves
Sarkozy en un mitin. "Haría que nuestro endeudamiento fuese
incontrolable, el hundimiento de la confianza paralizaría todo, los
franceses se empobrecerían... y no tenemos el derecho a dejar que se
produzca un desastre tal", añadió.
Según un informe reciente del
banco UBS, si un país como Alemania dejase el euro, la factura
ascendería a entre "6.000 ó 8.000 euros para todo alemán en el primer
año y entre 3.500 y 4.500 el año siguiente, una cifra equivalente a
entre el 20 y el 25% del PIB en el primer año. En comparación, el coste
de rescatar a Grecia, Irlanda y Portugal totalmente sería de un poco más
de 1.000 euros por persona y de una sola vez".
04-Gol de oro. La cumbre más decisiva
Los
líderes de la zona del euro celebrarán esta semana una cascada de
reuniones en distintos formatos para tratar de evitar el desastre.
Desembocarán en una cumbre de jefes de Gobierno de los 27 socios de la
UE, el jueves y el viernes. El objetivo es corregir en unos días los
errores de toda una década para así garantizar la siguiente.
En
otras palabras, marcar un gol de oro a la especulación, uno de esos
tantos que deciden y terminan el partido. Obviamente, el equipo del euro
tirará a puerta desde mucho más atrás, entre otras cosas porque la meta
es "imaginarlo todo, reinventarlo todo", en palabras de Sarkozy.
Mañana, el presidente francés presentará junto a Merkel las líneas
maestras de lo que se conoce habitualmente como "Gobierno económico
europeo": una pérdida de soberanía nacional en favor de la unión en
materia de política económica que evite una crisis similar en el futuro.
05- Las medidas. El potro de tortura
El viernes, la
canciller alemana advirtió de que "no hay soluciones inmediatas ni
respuestas rápidas y sencillas" para solucionar la crisis. El pacto
anticipará el dolor durante años en aras de una estabilidad final que
comenzará a ser cimentada por una flexibilización de los usos del Banco
Central Europeo. Según advirtió este miércoles el presidente del BCE, el
italiano Mario Draghi, "la secuencia importa", por lo que los líderes
europeos deben comprometerse primero con la austeridad a medio plazo
para que él pulse después el botón rojo de la intervención en los
mercados que evite el desastre inminente.
Entre las medidas que
se barajan están una intervención europea directa en la elaboración de
los presupuestos nacionales para evitar gastos excesivos, multas y
sanciones automáticas a los que superen sus límites de déficit y deuda,
que deberán ser incorporados a las constituciones de los Estados
miembros; la congelación de fondos estructurales o hasta la privación
del derecho de voto en las instituciones europeas. Todas estas medidas
son diseñadas en Berlín, aceptadas a regañadientes en París e impuestas
sin contemplaciones a los demás socios. La cadena que hace que este
proceso funcione son los instrumentos de solidaridad que demanda París
como contrapartida al control exhaustivo de la austeridad. La creación
del fondo de rescate actual y del permanente, el debate sobre los
eurobonos o sobre el "Tesoro europeo" que el jueves volvió a defender
Sarkozy son ideas que parten de Francia, país bisagra entre el eje
francoalemán y la solidaridad con los países periféricos, con los que
comparte más rasgos económicos.
06- El futuro. Refundar lleva su tiempo
La
primera discusión formal sobre estos nuevos mimbres de Europa tendrá
lugar el jueves por la noche de la próxima semana en una reunión a 27.
En vez de convocar exclusivamente a los 17 socios del euro, la divisa
que se pretende salvar, el presidente del Consejo Europeo, Herman Van
Rompuy, presentará un informe junto a la Comisión sobre los posibles
cambios en los tratados de la UE.
España, según aseguró la
vicepresidenta económica, Elena Salgado, ya ha presentado su posición al
presidente del Consejo Europeo. La convocatoria demuestra la intención
de los líderes de la zona del euro de contar a priori con el resto de
países, imprescindibles para cualquier cambio en la arquitectura
constitucional, que se decide por unanimidad. En su discurso del
viernes, la canciller alemana, Angela Merkel, pidió "reglas legalmente
vinculantes" en cuanto al gasto público que sean por primera vez
supervisadas por el Tribunal de Justicia de la UE.
Otras
iniciativas, como la suspensión de derecho de voto o de fondos
estructurales para los países incumplidores, también necesitan de un
contexto institucional europeo para sobrevivir y conllevan una laboriosa
modificación del Tratado de Lisboa, el texto constitucional que entró
en vigor en 2009 tras una década de debates. En ese ecosistema encajaría
el papel de árbitro y los técnicos de la Comisión Europea, encargados
de hacer informes sobre el cumplimiento de los objetivos.
Sin
embargo, el eje francoalemán ha dejado claro que los meses o años de
discusiones bizantinas sobre una modificación del Tratado de Lisboa no
serán un freno a un proceso de integración que debe comenzar ya. "La
crisis ha empujado a los jefes de Estado y de Gobierno a asumir
responsabilidades crecientes, ya que al final son únicamente ellos los
que tienen la legitimidad democrática para decidir. La integración
europea prosperará de forma intergubernamental", advirtió Sarkozy. En
otras palabras: Europa podría dotarse todavía de más estructuras, con un
rápido pacto entre países del euro que sortee los mecanismos de la UE y
sus complejidades.
De esa manera se creó el fondo de rescate
actual, que por imposición de Alemania tiene el estatus jurídico de una
empresa radicada en Luxemburgo. La nueva estructura comunitaria podría
complicar todavía más el entramado del poder europeo, con múltiples
actores e instituciones cada vez con menos peso individual en favor de
los Estados.
07- Más Europa. Prosperidad al peso
La Europa
del futuro dependerá de las manos que la modelen en los próximos meses.
En Europa, son masivamente manos derechas y particularmente una muy
poderosa, la de la canciller alemana. La izquierda de la Eurocámara y de
una multitud de países advierte contra los secretos ocultos del mantra
de moda más repetido en Bruselas: "Más Europa".
Si bien la
necesidad de dotar al euro de cobertura institucional y autonomía
política es una constante que no entiende de ideologías, si no se hace
de manera adecuada puede llevarse por delante logros sociales clave en
el campo del derecho laboral, prestaciones por desempleo o financiación
de servicios públicos básicos. Esta semana, manifestaciones masivas en
Reino Unido, Bélgica, Grecia o Bulgaria volvieron a recordar que para
salir de la crisis sólo hay una condición previa incuestionable: el
crecimiento.
"¡Basta ya!", clamó esta semana Bernardette Sègol,
secretaria general de la Confederación Europea de Sindicatos. "El futuro
de Europa no puede estar basado en la austeridad, la inseguridad y la
regresión social". Según ella, "más Europa" no significa imponer desde
Bruselas las decisiones que parecen reclamar los mercados financieros.
Es precisamente su mal funcionamiento el que encendió la mecha a la que
le queda poca cuerda por arder.
Daniel Basteiro
Público
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