lunes, 5 de diciembre de 2011

La Eurozona decide entre el gran salto o el desastre

El chascarrillo es conocido entre los funcionarios de la Unión Europea (UE) o la ONU. "Cuando llegue la tercera guerra mundial y se disparen las armas atómicas, en la Tierra sólo habrán sobrevivido dos especies, las más resistentes: las cucarachas y las instituciones internacionales". 

Un ejemplo de este axioma indiscutible es la permanencia desde 1954 de la Unión Europea Occidental (UEO), una organización de defensa europea contra la Unión Soviética que se mantuvo en funcionamiento hasta junio de este mismo año, para sorpresa incluso de muchos diplomáticos de la UE. Pese a que sus funciones fueron asumidas hace décadas por la OTAN y la UE, sus decenas de funcionarios y su presupuesto millonario sobrevivieron al final del comunismo, al inicio de la globalización y a las recepciones de mandatarios rusos en Bruselas con todo tipo de honores.

Hoy, la zona del euro se enfrenta a su peor crisis desde la llegada de la moneda única, mientras el tándem formado por el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y la canciller alemana, Angela Merkel, diseñan una nueva arquitectura para Europa.

01- Fin de un sueño. La crisis versus el euro 

Nadie apuesta ya por un futuro tan estable para el euro. La moneda que en cuatro semanas cumplirá una década en los bolsillos de los europeos prepara la efeméride con un combate a vida o muerte que le enfrenta a la especulación y sus propias flaquezas


La ruptura de la unión monetaria es ya un tema de conversación habitual por las fuertes tensiones entre los países que la componen. En la última cumbre del G-20, en Cannes, Angela Merkel y Nicolas Sarkozy amenazaron con expulsar a Grecia por el anuncio de un referéndum sobre su programa de rescate. Fue la primera señal inequívoca de que tras 50 años de construcción europea existe la marcha atrás. 

La reunión de países industrializados y emergentes tuvo lugar hace exactamente un mes y desde entonces la eurozona no se ha despegado del azote de la especulación. La deuda pública de Italia y España está todavía sometida a una gran presión por parte de los mercados, que huyen de la nula rentabilidad de Alemania y amenazan con retirar el sobresaliente a la solvencia francesa.

02-Las causas. Interconexiones

En realidad, hasta ahora el euro poco o nada tiene que envidiarle a la longevidad de la extinta UEO. Desde que fue creado, su arquitectura institucional sirvió a la perfección a los fines previstos. "Tengo que decir que estoy muy orgulloso", confesó Jean-Claude Trichet en su última reunión al frente del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE), en octubre. "Respetamos a la perfección lo que los ciudadanos de Europa pidieron de nosotros: garantizar la estabilidad de precios. ¿La hemos garantizado? ¡Sí! Para los 332 millones de habitantes [del euro]", incluidos los alemanes, recordó. 

Sería difícil que su descripción fuese más ajustada a la encomienda. Según reconocen hoy todos los economistas, el euro es un éxito en sus funciones previstas, pero fue desastrosamente diseñado al permitir de facto una interconexión económica entre países (a través de su moneda) y al mismo tiempo que cada país hiciese lo que quisiese con su política presupuestaria y sus deudas. 

"Estoy seguro de que el euro nos obligará a introducir un nuevo conjunto de instrumentos de política económica. Ahora es imposible proponerlo, pero algún día habrá una crisis y se crearán nuevos instrumentos". Son palabras de Romano Prodi, ex presidente de la Comisión Europea, en diciembre de 2001.

03- Costes en caso de ruptura. Líderes, hagan su apuesta

La porra sobre la factura del fin del euro está abierta. Según el actual presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, una escisión del euro sacrificaría el 50% del PIB y en países como Alemania destruiría un millón de puestos de trabajo. "La desaparición del euro tendría consecuencias dramáticas para los franceses", clamó el jueves Sarkozy en un mitin. "Haría que nuestro endeudamiento fuese incontrolable, el hundimiento de la confianza paralizaría todo, los franceses se empobrecerían... y no tenemos el derecho a dejar que se produzca un desastre tal", añadió. 

Según un informe reciente del banco UBS, si un país como Alemania dejase el euro, la factura ascendería a entre "6.000 ó 8.000 euros para todo alemán en el primer año y entre 3.500 y 4.500 el año siguiente, una cifra equivalente a entre el 20 y el 25% del PIB en el primer año. En comparación, el coste de rescatar a Grecia, Irlanda y Portugal totalmente sería de un poco más de 1.000 euros por persona y de una sola vez".

04-Gol de oro. La cumbre más decisiva

Los líderes de la zona del euro celebrarán esta semana una cascada de reuniones en distintos formatos para tratar de evitar el desastre. Desembocarán en una cumbre de jefes de Gobierno de los 27 socios de la UE, el jueves y el viernes. El objetivo es corregir en unos días los errores de toda una década para así garantizar la siguiente. 

En otras palabras, marcar un gol de oro a la especulación, uno de esos tantos que deciden y terminan el partido. Obviamente, el equipo del euro tirará a puerta desde mucho más atrás, entre otras cosas porque la meta es "imaginarlo todo, reinventarlo todo", en palabras de Sarkozy. Mañana, el presidente francés presentará junto a Merkel las líneas maestras de lo que se conoce habitualmente como "Gobierno económico europeo": una pérdida de soberanía nacional en favor de la unión en materia de política económica que evite una crisis similar en el futuro.

05- Las medidas. El potro de tortura

El viernes, la canciller alemana advirtió de que "no hay soluciones inmediatas ni respuestas rápidas y sencillas" para solucionar la crisis. El pacto anticipará el dolor durante años en aras de una estabilidad final que comenzará a ser cimentada por una flexibilización de los usos del Banco Central Europeo. Según advirtió este miércoles el presidente del BCE, el italiano Mario Draghi, "la secuencia importa", por lo que los líderes europeos deben comprometerse primero con la austeridad a medio plazo para que él pulse después el botón rojo de la intervención en los mercados que evite el desastre inminente. 

Entre las medidas que se barajan están una intervención europea directa en la elaboración de los presupuestos nacionales para evitar gastos excesivos, multas y sanciones automáticas a los que superen sus límites de déficit y deuda, que deberán ser incorporados a las constituciones de los Estados miembros; la congelación de fondos estructurales o hasta la privación del derecho de voto en las instituciones europeas. Todas estas medidas son diseñadas en Berlín, aceptadas a regañadientes en París e impuestas sin contemplaciones a los demás socios. La cadena que hace que este proceso funcione son los instrumentos de solidaridad que demanda París como contrapartida al control exhaustivo de la austeridad. La creación del fondo de rescate actual y del permanente, el debate sobre los eurobonos o sobre el "Tesoro europeo" que el jueves volvió a defender Sarkozy son ideas que parten de Francia, país bisagra entre el eje francoalemán y la solidaridad con los países periféricos, con los que comparte más rasgos económicos.

06- El futuro. Refundar lleva su tiempo

La primera discusión formal sobre estos nuevos mimbres de Europa tendrá lugar el jueves por la noche de la próxima semana en una reunión a 27. En vez de convocar exclusivamente a los 17 socios del euro, la divisa que se pretende salvar, el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, presentará un informe junto a la Comisión sobre los posibles cambios en los tratados de la UE. 

España, según aseguró la vicepresidenta económica, Elena Salgado, ya ha presentado su posición al presidente del Consejo Europeo. La convocatoria demuestra la intención de los líderes de la zona del euro de contar a priori con el resto de países, imprescindibles para cualquier cambio en la arquitectura constitucional, que se decide por unanimidad. En su discurso del viernes, la canciller alemana, Angela Merkel, pidió "reglas legalmente vinculantes" en cuanto al gasto público que sean por primera vez supervisadas por el Tribunal de Justicia de la UE. 

Otras iniciativas, como la suspensión de derecho de voto o de fondos estructurales para los países incumplidores, también necesitan de un contexto institucional europeo para sobrevivir y conllevan una laboriosa modificación del Tratado de Lisboa, el texto constitucional que entró en vigor en 2009 tras una década de debates. En ese ecosistema encajaría el papel de árbitro y los técnicos de la Comisión Europea, encargados de hacer informes sobre el cumplimiento de los objetivos.

Sin embargo, el eje francoalemán ha dejado claro que los meses o años de discusiones bizantinas sobre una modificación del Tratado de Lisboa no serán un freno a un proceso de integración que debe comenzar ya. "La crisis ha empujado a los jefes de Estado y de Gobierno a asumir responsabilidades crecientes, ya que al final son únicamente ellos los que tienen la legitimidad democrática para decidir. La integración europea prosperará de forma intergubernamental", advirtió Sarkozy. En otras palabras: Europa podría dotarse todavía de más estructuras, con un rápido pacto entre países del euro que sortee los mecanismos de la UE y sus complejidades. 

De esa manera se creó el fondo de rescate actual, que por imposición de Alemania tiene el estatus jurídico de una empresa radicada en Luxemburgo. La nueva estructura comunitaria podría complicar todavía más el entramado del poder europeo, con múltiples actores e instituciones cada vez con menos peso individual en favor de los Estados.

07- Más Europa. Prosperidad al peso

La Europa del futuro dependerá de las manos que la modelen en los próximos meses. En Europa, son masivamente manos derechas y particularmente una muy poderosa, la de la canciller alemana. La izquierda de la Eurocámara y de una multitud de países advierte contra los secretos ocultos del mantra de moda más repetido en Bruselas: "Más Europa". 

Si bien la necesidad de dotar al euro de cobertura institucional y autonomía política es una constante que no entiende de ideologías, si no se hace de manera adecuada puede llevarse por delante logros sociales clave en el campo del derecho laboral, prestaciones por desempleo o financiación de servicios públicos básicos. Esta semana, manifestaciones masivas en Reino Unido, Bélgica, Grecia o Bulgaria volvieron a recordar que para salir de la crisis sólo hay una condición previa incuestionable: el crecimiento. 

"¡Basta ya!", clamó esta semana Bernardette Sègol, secretaria general de la Confederación Europea de Sindicatos. "El futuro de Europa no puede estar basado en la austeridad, la inseguridad y la regresión social". Según ella, "más Europa" no significa imponer desde Bruselas las decisiones que parecen reclamar los mercados financieros. Es precisamente su mal funcionamiento el que encendió la mecha a la que le queda poca cuerda por arder.

Daniel Basteiro
Público

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