De Cannes nos llega la noticia bomba de un clamoroso estreno: El FMI y
la Comisión Europea enviarán inspectores antes de final de mes a Italia
con el fin de monitorear la labor del gobierno de Berlusconi. Tras el
sobresalto digno del mejor thriller que provocó el primer
ministro griego, Yorgos Papandreu, al convocar un referéndum sobre el
segundo plan de ayuda a su país, y después de ver qué idea de ley,
derecho e imperio tienen Merkozy, el FMI y la Comisión Europea, es hora de preguntarse qué se ha hecho de la democracia hoy en Europa. Dijo ayer el historiador Luciano Canfora :
“Esta Europa que dicta leyes a los gobiernos me recuerda mucho a la
Santa Alianza de 1815, que intervenía por todo el continente para
aplacar revueltas, incluidas las de los patriotas italianos. Creían que
tenían Europa bajo los pies, parecido a como hoy hacen los dirigentes de
la UE y la BCE...”.
Ha pasado ya a la historia de la democracia en Europa esta cita de Yorgos Papandreu: "Teníamos tres alternativas: la primera era catastrófica, convocar elecciones; la segunda era el referéndum, y la tercera solución era lograr un consenso más amplio para sacar adelante el plan de salvamento". Al final, parece que se hará realidad la tercera solución: un gobierno de unidad nacional probablemente liderado por el expresidente del Banco Central Europeo Lucas Papademos, miembro de la Comisión Trilateral desde 1998.
Ha pasado ya a la historia de la democracia en Europa esta cita de Yorgos Papandreu: "Teníamos tres alternativas: la primera era catastrófica, convocar elecciones; la segunda era el referéndum, y la tercera solución era lograr un consenso más amplio para sacar adelante el plan de salvamento". Al final, parece que se hará realidad la tercera solución: un gobierno de unidad nacional probablemente liderado por el expresidente del Banco Central Europeo Lucas Papademos, miembro de la Comisión Trilateral desde 1998.
Qué ritmo tiene esta guerra monetaria en Europa. En una entrevista
del día 8 de julio, es decir, en pleno ataque a los bonos de Estado
italianos, Berlusconi respondía así a propósito de los rifirrafes que
mantenía con el ministro de Economía Giulio Tremonti, este sí, dócil con
"los mercados": "[...] Yo le recuerdo [a Tremonti] que la facturación,
en política, consiste en el consenso y los votos. A él el consenso no le
interesa, a nosotros sí [...]". Diciendo eso, Berlusconi demostró
haberse quedado tan viejo como un actor de cine mudo en una película
sonora. Demostró no haber entendido que, desde el anuncio de la
“revolución silenciosa” del Semestre Europeo y el Pacto del Euro, los
actores nacionales eran meras comparsas que debían ejecutar el guión que
les imponía el BCE. Trichet y Draghi le enviaron desde Frankfurt el nuevo guión
democrático (privatizaciones, despidos fáciles, recortes en lo
público), pero él insistió en querer seguir interpretando el populismo
mediático que tantos éxitos le ha dado desde 1994. Por más fans que ha
tenido Silvio Berlusconi, en Italia se espera desde hace ya meses un
nuevo galán que sepa actuar sobriamente al frente del reparto de un
nuevo gobierno de unidad nacional. El 2 de septiembre se propuso para el
papel Mario Monti. Su currículum para este papel no tiene tacha: tiene
amplia experiencia como Comisario Europeo, es Presidente europeo de la Comisión Trilateral y miembro del Grupo Bilderberg.
El martes habrá una moción de confianza en el Parlamento italiano:
pudiera ser la última escena de Berlusconi hasta que se convoquen
elecciones.
Es chocante que en Italia se esté reproduciendo la
misma secuencia ya vista en Grecia. En caso de que el gobierno nacional
no interprete a rajatabla lo que ordena la troika -FMI, BCE, UE-
el gobierno entra en crisis y se nombra un gobierno de unidad nacional,
al que también se le puede llamar de “salvación” o de “emergencia
nacional”, al frente del cual podría figurar un antiguo cargo de la BCE o
la Comisión Europea, a ser posible con experiencia en la Comisión
Trilateral o el grupo Bilderberg. Este guión admite variaciones
regionales. En España, que en teoría debía seguir a Portugal e Irlanda
en la secuencia del rescate, no ha habido necesidad de ningún gobierno
de unidad nacional porque gobierno y oposición -eso que llaman el PPSOE-
tardaron
tan solo una semana, en pleno agosto, en ejecutar la “regla de oro” del
equilibrio presupuestario que habían dictado Alemania y Francia, pese a
que ello suponía reformar nada menos que la Constitución.
En Islandia, la historia es ligeramente diversa, aunque no cambia tanto como nos hubiera gustado. La contaba así Gunnar Skuli Armannsson, activista de ATTAC Islandia:
[...] Entonces tuvimos la protesta en invierno de 2008-2009, que resultó en unas elecciones en la primavera de 2009. Sucedió así: los socialdemócratas eran parte del viejo Gobierno, y ahora son parte del nuevo Gobierno también, pero en lugar de a los conservadores, ahora tienen a la Izquierda Verde como socios de gobierno, y tanto los socialdemócratas como la Izquierda Verde estuvieron prometiendo cosas muy buenas a la gente en la campaña electoral. Pero han roto todas sus promesas. De modo que los islandeses hemos aprendido, igual que los irlandeses, igual que los griegos y los españoles, que cambiar el Gobierno no es la solución. No importa que haya elecciones; no tienen ningún efecto en las políticas, porque es obvio que los bancos tienen el control. Da igual que gobiernen los conservadores, los socialdemócratas o la izquierda verde, la política es siempre la misma: salvar a los bancos y que el pueblo lo pague.
El sociólogo italiano Luciano Gallino matiza
mejor la diferencia entre los gobiernos conservadores y
socialdemócratas: "Los laboristas británicos, los socialdemócratas
alemanes, los socialistas franceses, el Partido Democrático en Italia o
los socialistas españoles han adoptado la misma perspectiva que sus
adversarios, salvo que tienen una buena intención más: recoger a los
heridos que vayan cayendo y socorrerlos, pero el camino,
sustancialmente, es el mismo". En suma: da igual quién gobierne en
apariencia, puesto que el verdadero gobierno -el Senado virtual le llama
Chomsky- se ejerce desde lo alto, sobre y contra el pueblo. De sobra
están los Parlamentos, pues la oposición real ha quedado, indignada,
fuera de ellos.
Los últimos dos nombramientos de altos cargos
europeos dicen mucho de cómo y por qué se elige a los representantes
europeos con mayor responsabilidad. Herman Van Rompuy, miembro también
del Club Bilderberg y de la Comisión Trilateral, fue nombrado presidente del Consejo de Europa tras una cena secreta. El Observatorio Corporate Europe alerta
ahora de qué conlleva el nombramiento del nuevo presidente del Banco
Central Europeo, Mario Draghi, cuyo currículum también habla solo:
vicepresidente de Goldman Sachs International, miembro de una élite bancaria internacional conocida como el Grupo de los Treinta, del que también forman parte Jacob Frenkel del JP Morgan Chase, E.Geral Corrigan de Goldman Sachs, Guillermo de la Dehesa Romero del Grupo Santander y David Walker de Morgan Stanley. Según Corporate Europe,
el Grupo de los Treinta, que se define como una “organización del
sector privado que ha tenido influencia considerable en el resultado de
algunos de los debates sobre regulaciones de las últimas dos décadas”,
contribuyó a la crisis de 2008 apoyando al grupo de cabildeo IIF, que
promovía el sistema de gestión de riesgo llamado Value at Risk.
La
indignación que atraviesa el mundo nace de una mayor conciencia de cómo
opera el poder. Se sabía que en la Unión Europea imperaba el conflicto
de intereses y la falta de transparencia. Se sabía del déficit
democrático de las instituciones europeas. Sin embargo, con la crisis
bancaria, han salido a escena los verdaderos actores del gobierno
mundial, expulsando a los fantoches. Lo que llaman democracia es, como
demuestran la injerencia en la soberanía de los países cerditos -PIIGS-,
neoliberalismo autoritario. Si decimos que en Europa hoy gobierna el
grupo Bilderberg, la Comisión Trilateral o el Grupo de los Treinta nos
toman por paranoicos. Digamos, pues, que gobierna Versalles, y que desde
la Casba, Tahrir y Sol se ve La Bastilla cada vez más cerca.
Gorka Larrabeiti
Rebelión
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