Las autoridades financieras advierten a Grecia que la democracia
perjudica seriamente a la economía. Tiene su simbolismo que la simple
petición de un referéndum para que los griegos puedan tomar por sí
mismos la decisión más importante en varias generaciones levante este
maremoto bursátil. Los críticos con la propuesta de Papandreu argumentan
(con razón) que, si la respuesta es un “no”, Grecia puede caer en
bancarrota, salir del euro y, por el camino, complicar aún más las cosas
para el resto de la maltrecha UE. Hay también algo de oportunismo en
Papandreu, que busca en el referéndum su propia supervivencia política.
No pongo en duda el peligro de la idea: no hay más que ver el tamaño de
las olas desatadas. Pero, ¿cómo hemos llegado hasta este Titanic? ¿En
qué momento la democracia se convirtió en una amenaza para la economía?
Conozco parte de la respuesta. El gobierno griego mintió con sus
cuentas. Y gastó más de lo que tenía. Y vendió hasta su alma y, con
ella, su soberanía. Pero las mentiras contables de Grecia tuvieron sus
cómplices necesarios. Concretamente, Goldman Sachs: ejecutivos como
Mario Draghi o Antonio Borges, que fueron vicepresidentes de este banco
que montó la ingeniería financiera con la que Grecia escondió su enorme
deuda. Draghi es ahora el presidente del Banco Central Europeo. Borges
dirige el FMI en Europa.
Los antiguos trileros son hoy los hombres justos que van a salvar a
Grecia de la ruina. Las “ayudas”, por ahora, sólo han servido para
hundir aún más su economía. No me extraña que entre los griegos sea tan
amplio el rechazo ante un rescate que allí muchos ven de otro manera:
como un chantaje que, de una forma u otra, les condena a la miseria.
¿Conocen algún náufrago que quiera votar “no” a que le lancen un
salvavidas?
Ignacio Escolar
Público
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